Paso a paso, con firmeza y sin aceptar presiones. Así es como afronta Alberto Fabra el congreso que lo consagrará este fin de semana como líder del PPCV. Una vez despejada la incógnita de quién será su número dos, el presidente del Consell y del partido reunió ayer al vicepresidente del Gobierno valenciano, José Císcar; a los presidentes del PP de Castellón y Alicante, Carlos Fabra y Miguel Ortiz, y a Serafín Castellano, futuro secretario general del PPCV. Fue en una comida en el Palau de la Generalitat para explicarles de primera mano las bases de lo que va a ser el PPCV y recabar asimismo sus opiniones.

Todos los presentes cerraron filas en torno a la figura de A. Fabra y mostraron su apoyo a las decisiones que tome en cuanto a la configuración del comité ejecutivo regional. La primera y más importante la avanzó Mediterráneo al revelar que Castellano era el elegido para llevar el mando orgánico de los populares en sustitución de Antonio Clemente. Una elección que ha sido aceptada por una amplísima mayoría, aunque en ciertos círculos de la provincia de Valencia se resisten. El presidente del PP en esa provincia, Alfonso Rus, es uno de ellos y ayer no estuvo en la comida.

La alcaldesa de la capital, Rita Barberá, también hubiera preferido a otro secretario general, pero mantiene unas formas muy distintas a las de Rus. Aquellos que la conocen dicen que jamás haría nada en contra del partido. De hecho, ayer manifestó su “lealtad” al PP que diseña el president: “Fabra ha hecho uso del derecho que le asiste --al elegir al secretario general-- y hay que respetar la decisión del presidente y seguir con lealtad al partido. No conozco otro camino que el de las lealtades, lo he dicho mil veces”.

Rus se queda solo en su intención de colocar a sus afines en cargos orgánicos de relevancia y, al parecer, pretende hacer ruido movilizando a sus fieles en la provincia de Valencia para manifestar su desacuerdo con la elección de Castellano votando en blanco. Sin embargo, fuentes populares consultadas por este periódico son de la opinión de que exhibe una fuerza que realmente no tiene. Esas mismas fuentes estiman que si persiste no podría aglutinar más allá del 10% de los casi mil compromisarios con derecho a voto en la cita de Alicante. H