El afán de derribar las murallas que ceñían a las ciudades desde la Edad Media, se hizo muy patente durante la época de la Ilustración. Y es que habían tenido no sólo una finalidad defensiva, sino la de separar la propia villa de los extramundos. Las primeras demoliciones parece que respondían a las necesidades higiénicas. En realidad y según el medievalista Sánchez Adell tenía algo que ver con el deseo de acercar el campo a los habitantes de la ciudad. Y en el espacio que habían sido sucias afueras, nacieron paseos y jardines al gusto de la ciudadanía burguesa y tradicional.

En Castellón, el gran derribador de murallas y aperturista hacia nuevos horizontes urbanos fue el gobernador Bermúdez de Castro, entre el final del siglo XVIII y el principio del XIX. Después aparecería con el mismo empeño el también gobernador Ramón de Campoamor y todo ese ciclo tuvo un brillante final con la decisión del Ayuntamiento, presidido por el alcalde Domingo Herrero, para iniciar la realización del Paseo que sería de Ribalta, en 1876.

A Domingo Herrero se le atribuyen las siguientes palabras: “Castellón es como una moza garrida con los bajos sucios y hay que adecentarla. Y pienso en un gran teatro y en un buen parque como ornato que realce su figura…”

TEATRO PRINCIPAL // Por iniciativa de Domingo Herrero, el Ayuntamiento tomó el acuerdo de construir a sus expensas el Teatro que se llamaría Principal, comprando para ello el huerto de Cisternes, pegado a la plaza de la Paz. Se responsabilizó de la realización del proyecto y de las obras al arquitecto municipal Godofredo Ros de Ursinos. Ya es sabido que el nuevo espectacular y hermoso edificio ocupó una superficie de 1.600 metros cuadrados. Como un notable acontecimiento, la inauguración del coliseo tuvo lugar el 15 de febrero de 1894.

Tres días después de la muerte de Domingo Herrero, que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1895, el Ayuntamiento acordó que “la nueva vía que se forma en la pared Este de la fachada lateral del Teatro, se denomine para siempre y en su memoria permanente calle de Domingo Herrero”.

Y en eso estamos. Hoy, cuando aparece esta página del periódico, la calle Herrero, que comienza en la plaza de la Paz y termina en una rotonda de la avenida Casalduch, es una vía de las de mayor empaque en Castellón, de notable densidad en el tráfico rodado también, puesto que es el camino de acceso al centro de la ciudad cuando se llega desde Valencia y de los núcleos urbanos de la Plana Baja, además, claro, desde la densa zona construida del Censal, y del viejo Sequiol.

LA VIDA // Domingo Herrero Sebastián y Polo nació en la población de Titaguas, Valencia, el 17 de julio de 1821. Se formó en la Universidad valenciana, donde se Licenció en Derecho y en Filosofía y Letras, con capacidad para optar al Profesorado de Matemáticas y Geografía e Historia, asignaturas que tuvo a su cargo desde 1846 hasta 1892 en nuestro instituto de Santa Clara, del que fue Secretario y Director. Por Real Orden de 15 de septiembre de 1846 había sido nombrado en primer lugar como catedrático interino, recién cumplidos los 25 años. Con el tiempo, su figura fue agigantándose no solamente en el centro de enseñanzas medias, sino en el ámbito político y social de la ciudad. Fue vocal y vicepresidente de la Junta Permanente de Estadística, presidente de la Junta Provincial de Educación Pública, miembro destacado de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio y presidente del Casino Antiguo, alternando con otros personajes, culminando todo ello con el nombramiento de Alcalde-Presidente del Ayuntamiento. No es casualidad que contrajera matrimonio aquí en Castellón con una distinguida dama de la ciudad. El matrimonio tuvo una hija, que aportó nietas a la familia, pero tal vez por tratarse de niñas, no tardó en perderse la huella y el eco del apellido de los Herrero de Titaguas.

DE CASTELLÓN A ESPAÑA // Fue el 9 de abril de 1876 cuando S.M. el Rey Don Alfonso XII, nombró la Corporación Municipal de Castellón en la que figuraba como Alcalde Domingo Herrero Sebastián, a quien se unió otros miembros del entonces Partido Monárquico. Así, tomaron juramento como Tenientes de Alcalde Luciano Arquimbau, Eliseo Soler, Joaquín Vicent, Bautista Vilarroig, José Museros y, como concejales, los señores Breva, Ros, Sanchis, Peris, Ruiz, Garcés, Segarra, Calduch, Pascual (J.), Moros, Esteve, Carpi, Martí, Plá, Pascual (M.) y Ripollés.

En ese orden, el anterior alcalde, que había sido nombrado por el Ministerio de la Gobernación, fue Jaime Bellver. Y el posterior, ya llamado Constitucional, en 1877, fue Catalino Alegre. Mientras tanto, Domingo Herrero fue nombrado miembro de la Academia Española de Arqueología, caballero Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y Diputado a Cortes por Castellón en dos legislaturas, 1879-81, y 1884. Persona moderada, monárquico y de talante conservador, según consta en el libro Las calles de Castellón, de José Luis Gimeno, donde se añade además que fue riguroso en sus convicciones y ampliamente respetado por sus vecinos, los castellonenses.

EL INSTITUTO // La segunda mitad del siglo XIX tuvo en Castellón una asombrosa cantidad de realizaciones urbanísticas y de establecimiento de servicios. Y en unos años se pasó de tener 20.000 a 30.000 habitantes, paralelamente al nombramiento de capital de la provincia. Y con eso, las novedades urbanas fueron amplias: reformas, comunicaciones, el Puerto en el Grao, el Hospital, la plaza de toros, los hoy protagonistas Teatro Principal y Paseo de Ribalta y los Institutos, las primeramente llamadas Aulas de Gramática. Por Real Orden de 26 de junio de 1846 fe creado oficialmente el Instituto Provincial de Segunda enseñanza, con ubicación en el antiguo convento de Santa Clara, en la calle Mayor. Fue el escenario de los grandes éxitos académicos de Domingo Herrero. Pero con la llegada del nuevo siglo ya comenzaron a fraguar los proyectos para construir un edificio de nueva planta. Se eligió la antigua plaza de Vilarroig y luce ahora en la flamante Avenida del Rey Don Jaime. El 14 de enero de 1917 tuvo lugar la inauguración del Instituto General y Técnico y desde 1943 es el Instituto de Bachillerato Francisco Ribalta. Con todo ello ya soñó en su tiempo el insigne Domingo Herrero. H