Vapear está de moda. Los cigarrillos electrónicos viven un verdadero boom en Castellón y están dando alas a nuevos negocios. Las tiendas que los comercializan proliferan como setas y solo en la capital en los últimos meses han abierto media docena. Las hay en Castellón, pero también en Vila-real, la Vall d’Uixó o Vinaròs y, en los próximos días, se inaugurarán nuevos locales en Almassora o Segorbe. Y es solo el principio. Tanto la industria del tabaco como la farmacéutica se disputan el nuevo y creciente número de consumidores de unos dispositivos de aspecto similar al de un pitillo convencional, pero que sustituyen el tabaco picado por una mezcla de agua, glicerina, distintos aromas y propilenglicol (un tipo de alcohol).

El consumo de los también conocidos como e-cigs se ha disparado en los últimos dos años, a juzgar por las cifras de ventas. En Castellón no hay datos, pero en España en pocos años las ventas han subido hasta las 30.000 unidades mensuales. “El éxito de este producto ha sido total, sobre todo, entre la gente que quiere dejar de fumar”, asegura Gregor Polesca, gerente en Castellón de la empresa de distribución Smokingspain, que en apenas tres semanas abrirá tienda en la zona sur de la capital.

Quienes comercializan estos dispositivos aseguran que hay varios motivos que explican el auge de los e-cigs. “Pueden usarse en cualquier lugar público cerrado sin necesidad de tener que salir a la calle a fumar”, explican en otro establecimiento.

MUCHO MÁS ECONÓMICO// Pero la clave, sobre todo en los tiempos que corren, es el precio. Vapear resulta mucho más económico que fumar un cigarrillo convencional. Pese a que la gama de productos es muy amplia, el precio medio oscila entre los 35 y los 50 euros (los hay que llegan a los 90 euros) y el coste del mantenimiento mensual ronda de los 20 a los 30 euros.

Pero el cigarrillo electrónico vive envuelto en controversia. La principal es que no hay acuerdo en si vapear tiene efectos nocivos para las personas. De momento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconseja su consumo.

A quienes tampoco gusta nada el auge de estos dispositivos (aunque por otro motivo) es a los estanqueros. La venta no está regulada y hace unas semanas el Gremio de Estanqueros (que no puede comercilizar los e-cigs) reclamó una regulación. “El vacío legal supone un agravio comparativo para los estanqueros, sujetos a una ley del tabaco muy restrictiva que limita tanto la publicidad como el consumo de cigarrillos tradicionales”, explican .

Uno de los argumentos por los que pasarse al humo electrónico es el precio de las cajetillas de tabaco convencional, ya que se sitúa en más de 4 euros, cuando en el 2007 el importe era de 2,49.

Y es que, según los estanqueros, muchos buscan otras fórmulas alternativas al cigarrillo, como la picadura para liar, que puede salir por 2,75 ó 3,5 euros los 30 gramos, que dan para 30 cigarros, y cada vez más se extiende la venta de los dispositivos para vapear. H