Lo cierto es que tuve una continuada relación con él en los últimos años de su vida, pero se trata de un personaje al que nunca hasta ahora me había decidido a dedicarle el homenaje de una página de Seres Humanos. Tal vez, lo confieso, porque no se trata de una persona que despertara demasiadas simpatías entre los castellonenses, ya que producía sentimientos encontrados de admiración y de rechazo.

Fue en el año 1997 cuando le editamos desde el área de Cultura del Ayuntamiento su libro titulado Vilacollença. Era la forma en la que don Paco Esteve pretendía explicar a sus lectores los cuándos, cómos y porqués de “una capitaleta provinciana de l’Espanya vertebrada”, como señalaba en el subtítulo del libro. A su manera, el chispeante Paco Mariscal, dijo que “hubo de todo en aquella Vilacollença. Sequías acompañadas de restricciones de luz y de agua; hubo familias con peso social y heladas que dieron al traste con el arbolado; hubo funcionarios que hablaban castellano y burgueses identificados con su pueblo y su lengua que hicieron florecer una literatura lírica, costumbrista y de buen humor; hubo labradores, artesanos, ferrocarriles de vía estrecha… Lo cuenta Francesc Esteve con un catalano-valenciano-balear sin demasiados objetivismos”.

SU LEGADO // Lo que destaca sobre todo lo demás, es su legado a Castellón a través de sus aportaciones en arqueología, etnología, cerámica especialmente, fondos bibliográficos y documentación histórica. De todo ello se tiene cumplida cuenta en el Museu de Belles Arts, como muy bien ha explicado siempre su director, Ferrán Olucha Montins. Museo del que el arqueólogo Esteve tanto tiene que ver. En su enésima inauguración el 25 de enero del 2001, en Hermanos Bou, recuerdo que se nos entregó a los invitados un folleto en el que aparecía un pequeño texto alrededor de la ilustración de un plato de cerámica de l’Alcora. Decía así:

--“La muestra de cerámica reúne la más numerosa e importante colección del museu. Dispone de dos plantas y permite seguir su evolución a través de más de ochocientas piezas, procedentes del generoso legado del doctor Francisco Esteve Gálvez”.

Se trata de un recorrido que se inicia en la planta baja con la cerámica de los siglos XIII al XV, con incidencia en la de reflejo metálico y la azulejería medieval, continuando con la cerámica polícroma valenciana de los siglos XVIII y XIX, para seguir con la magia de la cerámica castellonense, desde la popular de Ribesalbes y de Onda, hasta la de más refinado acabado de l’Alcora.

Palpitaba en todo, la donación de Francisco Esteve, el legado de don Paco a su Castellón, su imaginada Vilacollença, su retrato.

LA VIDA // Hijo de la sencilla familia castellonera formada por Vicente Esteve y Marta Gálvez, nació Francisco en la calle Isabel Ferrer, el carrer Cassola de Castelló, el día 3 de marzo de 1907.

Chico estudioso e interesado por todo, cursó el bachillerato en el instituto desde 1920 a 1925 y desde el primer momento se interesó por temas de historia y especialmente arqueología. Y estuvo presente en todas las excursiones programadas oficialmente referidas a visitar ruinas romanas y hallazgos de antiguas civilizaciones, tanto en la comarca de la Plana como en la ribera del río Mijares. Nació en aquella época la Sociedad Castellonense de Cultura y ya está en su Boletín el eco de les troballes de los jóvenes bachilleres, especialmente Francisco Esteve. El 30 de junio de 1925 se trasladó a Cataluña para iniciar sus estudios de Historia, licenciándose en Filosofía y Letras, al tiempo que colaboraba con el Servicio de Investigación Arqueológica de la Diputación de Barcelona, mientras que presumía del premio que había recibido en Castellón por su Memoria de Investigación. Su nombre ya figuraba en la Comisión Organizadora capaz de impulsar una nueva edición del Museo de Bellas Artes.

OBERMAIER // En Madrid y en 1931 tuvo la suerte de conocer y congeniar con el insigne Hugo Obermaier. Se había trasladado Esteve para cursar allí Historia de la Pintura Española, Historia Primitiva del Hombre, Sociología, Historia de América y Arqueología Arábiga. Accedió al grado de doctor.

Lo que estoy obligado a señalar es que, en todas las fotocopias de sus documentos que he podido tener al alcance, el personaje se declara miembro de Esquerra Republicana Valenciana. Lo cierto es que, convertido en profesor de Enseñanzas Medias, el 31 de octubre de 1933 consigue la plaza de profesor de Geografía e Historia del instituto de Castellón. Y dos años después es nombrado Conservador del Museo Provincial de BB.AA. En el mismo 1935, con la nota de excelente, se le otorga el premio extraordinario con la medalla ‘Hugo Obermaier’, una de sus grandes ilusiones.

Por su filiación política, quedó al margen de su trabajo docente durante un período. Pero Paco Esteve aprovechó el tiempo para recorrer la provincia rescatando retablos, piezas de orfebrería, imágenes religiosas, lienzos, obras de arte en suma. Siempre con la colaboración de los vecinos de cada pueblo o amigos como Casimiro Meliá.

la FICHA // Su ficha dice que le adornó un catalanismo valencianista. Que fue afín a la República. Y sobre todo, que siempre se ha visto impulsado por un afán culturalizador.

Con todo, no es extraño que sufriera como tantos y tantos castellonenses la decisión municipal a finales de 1936, por empeño de anarquistas y comunistas, de derribar Santa María y las demás iglesias de Castellón. Ese cruel chispazo, dentro de lo que para él supuso la guerra civil, le hizo trizas su propio mundo, aunque se esforzara en rescatar imágenes y obras religiosas y de arte de gran valor. El no poder ejercer en Castellón por su inclinación política, le llevó en 1945 al Instituto Joaquín Bau de Tortosa, con el disgusto de tener que dejar sola a su madre. Después, fue destinado como profesor al Instituto Laboral de Amposta, donde dejó gran eco de amor a la arqueología, con las excavaciones en los yacimientos de la zona.

El ir siempre vestido de negro, es una leyenda. Unos dicen que se puso de luto al desaparecer la República de España. Otros, que como homenaje a un familiar allegado. Y hasta por un amor imposible. En realidad, con su genio peculiar y su carácter imperturbable, se trata de nuestro último investigador romántico. H