Beber cerveza de manera moderada puede proteger frente a lesiones de corazón asociadas al infarto y favorecer la función cardíaca global, y, además, no engorda. Esta es la principal conclusión del estudio sobre los Efectos protectores de la cerveza en el sistema cardiovascular, del Centro de Investigación Cardiovascular, presentado ayer en el Colegio Oficial de Farmaceúticos de Castellón por su coautora, la doctora Teresa Padró, tras su publicación en la revista internacional Basic Research in Cardiology, una de las referencias en este campo médico.

La investigación demuestra, que, “en un modelo animal con altos niveles de colesterol inducido por dieta, el consumo moderado de cerveza puede proteger el corazón de los efectos nocivos derivados de sufrir un infarto de miocardio, en comparación con los animales que no la toman. Por primera vez, aportamos nuevos datos en cuanto a los mecanismos por los que la ingesta de cerveza (con y sin alcohol) puede proporcionar cardioprotección, lo que se traduce en un menor daño miocárdico y en una mejora del funcionamiento cardíaco posterior al infarto de miocardio”, señala la coautora.

NUTRIENTES // El estudio dice que la cerveza, además de no engordar --“no se detectó diferencia ni aumento de peso en las cobayas”--,

tiene nutrientes y antioxidantes. “Está elaborada con ingredientes naturales (agua, cebada malteada y lúpulo), y contiene nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio y poco sodio). Y uno de sus antioxidantes naturales más destacados es el xanthohumol, presente en el lúpulo, del que, dice, “existen evidencias científicas que lo relacionan con efectos protectores en la salud cardiovascular”.

El estudio concluye que “21 días después de un infarto de miocardio, tras una dieta rica en colesterol y con diferentes cantidades de esta bebida, el tamaño de la cicatriz cardiovascular es menor en los animales cuya dieta fue suplementada con cerveza, tradicional y sin alcohol, frente a los que mantuvieron una dieta habitual sin ella”, concluye Padró. H