Prácticamente desde su nacimiento como partido político, Podemos sale a polémica diaria. Y algunas muy gordas. Pero parece que son inmunes y se les perdona todo. Tanto es así que suben en intención de voto sondeo a sondeo. Tras los sonados problemas fiscales de su ideólogo, Juan Carlos Monedero, con Hacienda --ay, si eso lo llega a hacer la casta del PP o del PSPV-- ahora toca polemizar sobre el férreo control que la dirección nacional ejerce sobre las candidaturas autonómicas a secretario general. Ni cortos ni perezosos, desde la dirección nacional en Madrid se permiten el lujo de saltarse cualquier regla democrática de un partido democrático y apuestan sin pudor por una candidatura concreta --en el caso de la Comunitat por la de Antonio Montiel--. Los Iglesias, Monedero y Errejón hacen justo lo mismo que critican. Son la casta de Podemos y no permiten ninguna intromisión en su objetivo final de asaltar la Moncloa. Ellos se definen como “leninistas amables”. Yo diría que son simplemente un grupo de intelectuales revolucionarios profesionales. H