La incansable fuerza del amor pudo desde Vila-real más que la guerra en Siria, venció las crueles e impersonales trabas burocráticas, y también la ignorancia e incomprensión de la sociedad. Solo la lucha incruenta e inasequible al desaliento de Vicente para sacar a Ilham de un Damasco asolado por los bombardeos ha hecho posible que la pareja lograra casarse aquí, donde cumple su tercer aniversario de boda, que celebraba ayer con un día de asueto en Peñíscola.

El matrimonio, licenciada en empresariales de 31 años ella, y terapeuta en macrobiótica de 41 él, se conoció a través de internet. Vicente explica que todo empezó hace más de cinco años. “Yo tengo un grupo de música que publicamos en internet -rememora--, a ella le gustó, y comenzamos a hablar por la red”. A partir de ahí, como él mismo dice, “una cosa llevó a la otra y...surgió el amor”.

Casi a la vez, relata Ilham en perfecto español --habla también inglés y estudia valenciano y alemán--, “se recrudeció la guerra en Egipto, cerraron la embajada de España en Damasco, y los ataques a la ciudad eran cada vez peores”. La joven siria apunta incluso que “donde está mi casa no era tan malo, porque se encuentra cerca de la residencia del presidente”, así que, añade, “solo había tiroteos”.

un difícil proceso // Enamorados y con la necesidad urgente de sacar a Ilham de un territorio en guerra, el difícil proceso para lograrlo se prolongó en un contexto de largas noches de comunicaciones interrumpidas por los estallidos de la violencia.

El vila-realense explica cómo “cada noche era igual, estábamos hablando y, de pronto, ella no estaba, porque se había ocultado debajo de la mesa y yo oía el ruido de bombas y tiros, con el corazón en un puño, por si no volvía”.

Vicente recuerda con justa indignación el calvario que hizo falta recorrer hasta conseguir sacar a Ilham de Damasco. “Después de enviar la carta de invitación para pedir un visado de tres meses, cerraron la embajada de España, y nos mandaban de Jordania a Líbano, y vuelta”, cuenta.

Una carta contundente al Ministerio de Asuntos Exteriores permitió salvar este obstáculo, pero no otros. Al tratar de obtener la documentación para poder casarse, sufrieron, entre otros problemas, la acusación de que se trataba de un matrimonio de conveniencia, o la exigencia de certificados que solo podían expedir en Siria, Al final, aunque con condiciones, la iglesia católica facilitó la boda. Hoy aseguran estar bien --la imagen lo atestigua-- y solo piden a los ciudadanos que, ante el drama humanitario, “se pongan en el lugar del otro”. H