El mundo vive la mayor revolución tecnológica jamás conocida. Las tiendas se llenan de tabletas y móviles de última generación desde los que se puede acceder a soportes como Spotify o YouTube. Videoclips y música están a un solo clic y viajan a tal velocidad que traspasan fronteras en tan solo unos minutos. Todo parece nacer y quedar obsoleto meses después. Y entre tanta rapidez en una fábrica de Castellón parece haberse detenido el tiempo en los años 60.

Rescatadas de un garaje de un hombre de Estados Unidos, un conjunto de máquinas para crear vinilos vuelven al trabajo tras años acumulando polvo. Los discos nacen de ellas cada minuto y medio gracias a Itziar Estensoro, Kike Pérez, Radomir Blazik y Bernat Fayos. Cuatro jóvenes que, motivados por el amor a la música y desalentados con la situación laboral, decidieron crear Krakatoa Records, la única industria que imprime elepés en España. “La verdad es que me pregunto por qué a nadie se le ocurrió antes”, dice incrédula Itziar. De hecho, “muchos clientes nos llaman para comprobar que es verdad que tenemos una industria”, añade Kike.

Él fue el cerebro de la iniciativa durante una noche de fiesta. Luego hizo números, vio que era factible y se pusieron manos a la obra. El primer paso era encontrar las piezas para crear los álbumes y buscaron por España pero “se deshicieron de todas cuando nació el cedé y acabaron en la chatarra”, lamenta Kike. Al final, dieron con unas al otro lado del charco y les salieron baratas porque “el nuevo boom por los vinilos aún no había llegado”, dice Itziar.

Cuando ya estuvieron instaladas, en 2015, comenzaron a producir. Al principio, tenían tres o cuatro pedidos al mes de entre 100 y 300 discos. Después del verano, ascendieron hasta 10. La mayoría de los clientes es de origen español, aclara Kike, “sobre todo pequeños grupos o sellos que no pueden llegar al mínimo que les piden industrias extranjeras”, ya que, normalmente, es de 500 o “hay largas colas en las fábricas”. Aunque también han impreso trabajos para Italia, como AAM, y Grecia, como la música del cantante Eurípides.

Estas prensas de Los Ángeles ahora vuelven a imprimir sonidos de grupos como Zoo, Contratempo, Sony Vincent o Francisko Nikson en los surcos de discos. Lo hacen sin miedo a que decaiga la demanda porque el vinilo ya sobrevivó a una crisis: la aparición del cedé “igual Justin Bieber los deja de hacer pero habrá un mercado que permanecerá”, sentencia Itziar. Y es que el vinilo no es solo música, es un formato, un envoltorio y una portada que se puede tocar. Como sostiene Kike, “tenemos tanta música almacenada en gigas que nunca tendremos tiempo material de escucharla. Poner en marcha el tocadiscos requiere parar, sentarse y disfrutar de la música.” H