Intensa jornada de Viernes Santo en Castellón. Las cinco cofradías penitenciales de la ciudad mostraron en la calle la Pasión, la tradición y la cultura, la fe y la devoción, y el arte y la belleza de imágenes de veneración popular en el recuerdo de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo en el día grande de la Semana Santa.

Un año más, la procesión capitular del Santo Entierro se convirtió en el corolario perfecto de vivencias, emociones, sentimientos y fidelidad al imaginario colectivo castellonense en forma de rituales, protocolos y ancestrales ceremonias que perviven, y cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Un cortejo que salía de la concatedral de Santa María y que, adentrándose en el centro urbano, plasmó las ilusiones y la grandeza de más de 1.200 cofrades implicados en estas manifestaciones de fervor y piedad popular. Cofradías como la del Cristo de Medinaceli, Venerable Orden Tercera del Carmen, Santa María Magdalena, Paz y Caridad y la de la Purísima Sangre (la más antigua, madre y maestra), así como dos asociaciones de exlegionarios, recorrieron con paso firme y cadencioso el aterciopelado asfalto urbano que se cubría de cera.

Mientras, el aroma a incienso y el del naciente azahar de una primavera renqueante añadía mayor clarividencia a la particular forma de vivir los días pasionistas por parte de los castellonenses.

Una procesión con estrenos, como el nuevo paso de la cofradía de Santa María Magdalena y de incorporación de un crucificado, realizado por los artistas falleros Rubén Marzá y Salvador Toledo, portado por una de las agrupaciones de exlegionarios.

Un desfile de silencio, solo roto por el sonido ronco de los tambores, y que cerraba la sagrada imagen del Sant Sepulcre. Por otro lado, únicamente una representación de concejales del PP participó a título particular en la procesión, mientras que la alcaldesa, Amparo Marco, y la concejala Sara Usó estuvieron entre el público en la plaza Mayor . H