El otro día tomaba café en un bar vecino a la plaza de Santa Clara, y cerca de mí, en la barra, un trío de amigos tenían una conversación que pronto, uno de ellos cortó, despidiéndose de esta guisa: «Bueno chicos, me vuelvo al tajo». Me llamó la atención el término con el que designó al trabajo, que, la verdad, hacía tiempo que no escuchaba.

Es una forma de hablar bastante arcaica y que tiene mucho que ver con las faenas rurales, que hace un siglo eran las más acostumbradas en toda la geografía española. El tajo hace referencia a una hendidura que se hacía en el terreno y que marcaba el área que debía labrarse en una jornada. De ahí el uso de tajo como sinónimo de labor. Cabe no olvidar que el término «tajo» es asimismo muy utilizado como alusión a raja o corte, y así lo testimonia la Biblia de la Real Academia Española. «Me he hecho un tajo profundo» suele decirse para referir una cisura considerable producida con algún utensilio cortante.

AÚN OTROS DOS sinónimos de trabajo: «curro», y brega. El primero, bastante más habitual en el uso que el segundo, no hace referencia al hipocorístico de ningún Francisco, sino a un término tomado directamente del romaní gitano o «caló» que, significando labor, ha hecho fortuna de uso habitual en nuestra lengua y el segundo es una palabra que expresa lo mismo y que es una de las pocas herencias que nos ha quedado del germánico lenguaje de los godos.

Pues bueno: que no falten curro, brega y tajo.

*Cronista oficial de Castellón