Palomo se le fue la vida muy temprano. El corazón, que nunca le falló en tantas y tantas tardes repletas de amor propio, le dejó de latir estos días. Hacía justamente unas semanas que se cumplían cincuenta años de la cornada más grave que sufrió en su vida y que a punto estuvo de acabar con aquella figura que comenzaba a esculpir una de las carreras más brillantes del toreo. El percance fue precisamente en Castellón, un 9 de abril de 1967, en una corrida extraordinaria en la que alternó con Diego Puerta y Pedrín Benjumea, los tres triunfadores de aquella Magdalena del 67, en la que Palomo se presentó ante esta plaza como matador de toros cortando cuatro orejas y un rabo.

Aquel 9 de abril, a Palomo le tocó un sobrero de Palha, Jereteiro de nombre, número 288, que le infirió una cornada cuando toreaba por manoletinas, que le afectó a las arterias femoral y safena. Un cornalón. Se vivieron verdaderos momentos de angustia, incluso el rumor de un fatídico desenlace comenzó a circular. El doctor Manuel Agut, cirujano de la plaza de toros de Castellón, le salvó la vida. Una hora y media necesitó en una intervención que fue todo un éxito. Don Máximo García de la Torre, médico de Las Ventas y jefe del Sanatorio de Toreros, se desplazó desde Madrid nada más conocer la gravedad del percance. Al llegar, comprobó el gran trabajo que hizo el doctor Agut y confesóque aquella era una de las cornadas más graves que había visto en toda su trayectoria.

Sebastián Palomo ingresó después en el Hospital Provincial, precisamente en la misma habitación en la que estuvo un año antes tras un percance que sufrió el 14 de marzo del 66, la tarde de su presentación como novillero en esta plaza, cortando además tres orejas.

Aquella cornada le impidió estar en la Feria de Abril de Sevilla y sobre todo, en Las Ventas. Se programó su confirmación en Madrid con tres corridas de toros de lujo. Sus apoderados, los hermanos Lozano, le cerraron tres tardes a 2.500.000 pesetas cada una. Una fortuna en aquella época. Curiosamente, no confirmaría la alternativa hasta el año 70. En el 68 no quiso ir tras mantener un pulso con El Cordobés por la corrida de Galache y al año siguiente, emprendió la «Guerrilla», junto a Manuel Benítez, contra los grandes empresarios. Confirmó en el 70 y en el 72, cuando la crítica le daba por acabado, le cortó el rabo al toro Cigarrón de Atanasio, el último que se ha cortado en Las Ventas.

A Castellón volvió al año siguiente del percance. Y lo hizo como sólo él sabía, entregándose al triunfo, cortando dos orejas de un toro de Juan Mari Pérez-Tabernero y saliendo a hombros junto a Diego Puerta. Hasta 12 corridas toreó en Castellón, la última en 1980, saliendo a hombros con El Cordobés y Joaquín Bernadó

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