Dicen los que llevan toda la vida trabajando en el campo que la fortuna, en agricultura, dura lo que un suspiro. Y eso es lo que le está pasando a los frutos secos. Tras años en los que los almendros se convirtieron en la niña bonita del sector y en los que decenas de agricultores de Castellón y otras provincias del país invirtieron en nuevas plantaciones, la fiebre por la almendra empieza a desinflarse. El mercado ya no está en racha y vuelve a hacer de las suyas y los precios, que hace tan solo dos años marcaron récords históricos y dieron una alegría a los productores de la provincia, han regresado a niveles que ni siquiera permiten cubrir los costes de producción.

Un par de cifras basta para entender la situación por la que atraviesa el sector. Hace dos años, la almendra de la variedad comuna llegó a cotizar a 8,15 euros el kilo en grano. Hoy se sitúa en apenas 4 euros, es decir, algo menos de la mitad. Y con la variedad marcona ocurre algo muy similar: de los 9,5 euros del 2015 a los 6 de ahora. «Los precios han caído drásticamente. El año pasado ya fueron algo más bajos, pero esta temporada el descenso es total», denuncia Juan Pastor, responsable de Frutos Secos de la Unió de Llauradors i Ramaders.

Podría pensarse que este drástico y casi repentino descenso de los precios obedece a que este año la producción tanto en Castellón como en el resto del país es más abultada, pero aunque la cosecha es superior a la de la pasada temporada los productores insisten en que no se cubre la demanda del consumidor y es necesario importar producto.

En Castellón, y según los datos que maneja la Unió de Llauradors, se estima una cosecha de 1.654 toneladas. En la Comunitat Valenciana la cifra ascenderá a 5.936 (2.300 en Alicante y 1.198 en Valencia) mientras que en el conjunto nacional alcanzará las 57.000 toneladas de almendra en grano, una cifra claramente insuficiente para alcanzar la demanda nacional y también la internacional que claramente va en aumento. «En esta campaña en España se podrían superar los 100 millones de kilogramos de almendras importadas, lo que hace sospechar que ese descenso de los precios se debe a movimientos especulativos. Aquí las cotizaciones las marcan entre dos y los agricultores; desgraciadamente, no tenemos nada que hacer y estamos totalmente indefensos”, sentencia Juan Pastor.

CALIFORNIA MARCA EL RITMO

La industria española necesita almendra (el sector turronero es uno de los principales clientes) y las miradas vuelven a estar puestas en California, el principal productor mundial de frutos secos. «La almendra americana, más económica que la española, suele entrar fácilmente en los mercados europeos y marcar las cotizaciones y este año California tiene una gran cosecha mientras que el año pasado la producción fue mucho menor a consecuencia de las heladas», señalan desde la organización agraria.

Sea por la acción de los especuladores o por la entrada masiva de almendra californiana (o por las dos cosas a la vez), lo cierto es que el boom de la almendra parece que llega a su fin. En el campo ya son pocos los que deciden invertir en nuevas plantaciones y en los viveros también confirman que la venta de plantones ha caído en picado. «La situación se ha normalizado. Hace dos o tres años era una locura, teníamos hasta lista de espera, pero todo aquello ha acabado», aseguran en un par de empresas consultadas por este rotativo. Pastor coincide en el diagnóstico. «La buena racha del sector de la almendras ha durado poco y los precios vuelven a las andadas. El boom de hace tan solo unos años, cuando en España se llegaron a plantar más de 10 millones de árboles, se ha acabado», apunta el responsable de Frutos Secos de la Unió.

DEFENDER EL PRODUCTO LOCAL

Y, ¿qué puede hacer el productor español para que la almendra vuelva a ser rentable? ¿Tiene futuro el sector? La clave está en su puesta en valor. «Tenemos que defender nuestro producto, que es de mucha mayor calidad que la almendra de California. Tenemos que saber venderlo y no podemos hacerlo a costa de bajar los precios», defiende Pastor. De hecho, la Unió ya ha anunciado que, si continúa la tendencia de bajos precios, solicitará al Ministerio de Agricultura que establezca medidas que garanticen la viabilidad del cultivo. Otra de las recetas pasa por garantizar la trazabilidad de la almendra con el objetivo de evitar el fraude al consumidor y que no se mezcle con otras de importación. «El consumidor debe conocer la calidad de la almendra autóctona», insisten.