Julián García Gisbert nació en Morella el día 26 de enero de 1882 y fue quien empezó la confección de la ahora mundialmente conocida manta morellana. En la actualidad, y después de tres generaciones, su nieto, Julián García Pascual, es el único artesano de manta morellana que queda en la capital de Els Ports.

Tal y como cuenta el morellano, cuando su abuelo empezó en la artesanía textil no era apreciada por la gente, más bien lo contrario. Un siglo después se habla «de un producto distinguido y signo de calidad artesanal de Morella», reivindica. Su abuelo se inició en el oficio tejiendo artesanalmente alforjas para los caballos. Posteriormente, su progenitor siguió la herencia familiar y el trabajo se amplió confeccionando mantas de viaje, ropa para el hogar o la que ya es emblema de la localidad. Julián siguió la estela de sus antepasados y le ha dado un nuevo impulso. «Ahora hay demanda dentro del mundo de los trajes regionales, ya que forma parte de la indumentaria de los falleros. También es adquirida en otras zonas para diferentes tipos de vestidos. Es un artículo apreciado en toda España», puntualiza este artesano.

También queda espacio a la reivindicación. En los últimos años, la producción de mantas morellanas se ha multiplicado, alcanzando cifras que la alejan de lo artesanal. «El proceso de confección de una pieza auténtica es muy laborioso. Cada una es exclusiva, no hay dos iguales. Es nuestra salvación, la vía de escape ante la producción industrial en serie. Yo abogo por la personalización máxima», comenta García.

«Se pueden encontrar supuestas mantas morellanas procedentes de mercados internacionales. Son todas gemelas, de poca calidad, a un bajo coste. Pero lo peor es que las venden como artesanales». «No estoy en contra de la comercialización de telas procedentes de otros lugares, lo que me duele es la incorrecta utilización del nombre», recalca.

Y señala que le gustaría que las instituciones les apoyasen, tal y como lo «hacen con otros productos, a través de un sello de calidad o de denominación de origen». «Serviría para certificar tanto la procedencia como, lo más importante, la cantidad de trabajo artesanal que tiene el artículo», añade.

Nuevos planes en mente

Pese a poder jubilarse, sigue innovando. «No me voy a retirar porque lo llevo dentro. Mientras la salud me lo permita, seguiré». El nuevo proyecto que tiene entre manos consiste en la próxima apertura de un museo-taller. «En este lugar se podrá contemplar el proceso de elaboración de una manta morellana a través del torno, telar, diferentes tipos de piezas, muestrario de productos…», indica. Y añade que «se podrán realizar visitas concertadas para ver in situ la manera en la que se trabaja». «Ello, además de poner en valor mi labor, también me permitirá mostrar este oficio que tanto amo», concluye.

comarcas@epmediterrano.com