Casi medio millar de refugiados han llegado a Castellón en los últimos dos años, huyendo forzosamente de sus países de origen por razones bélicas, persecuciones políticas, religiosas o graves hambrunas. En la provincia, dos entidades, Cruz Roja y Accem, trabajan con las personas migrantes, procurándoles comida y techo, así como una nueva oportunidad en Castellón.

444 personas han pasado desde el año 2015 por las diversas fases de estos proyectos humanitarios en la provincia, a inicios de este año. El proceso comienza con la llegada a España de los refugiados y su derivación a las distintas provincias. En el caso de Castellón, su alojamiento temporal se realiza, en primera instancia, en residencias de la capital de la Plana, Burriana, Vinaròs o Benicarló, según confirman las oenegés.

En una segunda fase, los beneficiarios del programa acceden a viviendas alquiladas por las entidades sociales, unos domicilios que comparten con otros refugiados durante sus primeros meses de estancia y adaptación. Dichos inmuebles se encuentran ubicados en Castellón y Vila-real, los municipios más grandes y con una mayor oferta inmobiliaria.

«La edad media de las personas desplazadas por motivos forzosos es de 25 a 30 años, pero también hay muchos menores de edad, desde recién nacidos a adolescentes», explica Núria Loriente, responsable del programa de solicitantes de asilo de Cruz Roja Castellón, quien incide en la gran variedad de nacionalidades que han llegado a la provincia.

CLASES DE CASTELLANO

Entre ellos, hay sirios, ucranios, zambianos, palestinos, hondureños y colombianos, según han confirmado a Mediterráneo las entidades sin ánimo de lucro. Los adultos de habla no hispana reciben 20 horas a la semana de clases en castellano y, en el caso de los hispanohablantes, de valenciano u otro idioma que pueda serles de ayuda para su futuro laboral.

Además, asisten a cursos y talleres para desarrollar nuevas habilidades o ampliar sus conocimientos. Por su parte, todos los niños que llegan a Castellón están escolarizados en distintos centros de titularidad pública y, son ellos, según los expertos, quienes se integran de una forma más rápida y natural en la provincia.

«La adaptación es, en general, buena. Las personas castellanoparlantes tienen más facilidad para encontrar trabajo y ya se han conseguido algunas inserciones laborales», señala Loriente, destacando que el programa, financiado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, cubre necesidades formativas, sanitarias, psicológicas y jurídicas.

En el caso de Cruz Roja, la entidad dispone, desde hace un año, de 30 plazas en viviendas semi-tuteladas de Vila-real. Una oferta a la que, desde el pasado diciembre, se han sumado otras 30 vacantes en pisos de Castellón.Transcurridos unos meses, los refugiados pueden obtener un permiso de trabajo y abandonar los piso de la entidad para alquilar, por sus propios medios, pero con ayuda económica otra vivienda.

INTEGRACIÓN

«Es fundamental la labor de sensibilización de la sociedad acogedora para que no exista discriminación ni rechazo. Son personas que han tenido una vida dura y merecen una nueva oportunidad», explican los trabajadores sociales y psicólogos.

De los más de 17.000 refugiados que España se comprometió a acoger en el 2016, solo llegaron 1.141, una cifra que las oenegés tildan de «claramente insuficiente» y que exigen se eleve.