Son cinco y se han convertido en superhéroes. Con apenas siete y ocho años, ellos tienen los poderes de la vida cotidiana, que le enseñan, sin capa ni máscara, a su compañero Álvaro. Él es autista, y los súperpoderes de sus amigos le ayudan a socializar, a calmarse cuando se pone nervioso, le enseñan a jugar al pilla pilla, le hacen reir y a sentirse uno más. Son sus súpercompañeros. Y forman parte de una iniciativa pionera que arrancó a principios de este año como una red de apoyo para el pequeño Álvaro, pensada para ayudarle más allá de la terapia tradicional, logopedas, psicólogos y una inclusión social artificial, abriéndola a entornos naturales y cotidianos, que es donde realmente se desarrollan los niños, donde empatizan e interaccionan. Esta misma semana, han eliminado una barrera más, y le están enseñando a montar en bici.

Ahora, con la vuelta al cole, esta súperpandilla regresa al colegio Tombatossals. Allí, después de la jornada escolar, la patrulla le acompaña a merendar, al parque, o a jugar al fútbol… Para ellos es el pan de cada día, pero no para Álvaro. Su madre, Yolanda Arnau, lo explica en una sola frase: «Tiene, como niño, su derecho a jugar, a convivir».

La idea surgió del maestro de Educación Especial Juan Vives, defensor de modelos de intervención infantil que proponen trabajar en situaciones cotidianas para la integración, pero no solo con el niño, sino con su entorno familiar y de amigos, no clínico. Más experiencial. Los compañeros de clase y sus familias, primero, recibieron una formación, necesaria, sobre esta enfermedad neurobiológica, y una guía de juegos, aspectos lingüísticos -preguntas como ¿a quién le toca ahora? ¿quién tiene la pelota?, que Álvaro entiende y asimila--, o sociales, para normalizar la experiencia con un autista, y que él pueda disfrutar del día a día con ellos, sin crisis. Ellos, a su vez, aprenden a tener paciencia, empatía y suman valores.

Se exportará a México

El trabajo, que se presentará la semana próxima a los alumnos de Magisterio de la UJI, ha estado dirigido desde el centro de intervención y diagnóstico TEACast de Castellón, especializado en la atención a niños y niñas con trastorno de espectro autista, junto con una psicopedagoga de la UJI y el monitor del Tombatossals. Durante los dos meses de la experiencia, «Álvaro ha estado feliz, ha avanzado», explica su madre, que incide en que este curso «la red continuará, con más héroes y heroínas en su colegio y en otros», en una iniciativa que sembró en el 2017/18 y este próximo ciclo escolar debe empezar a recoger frutos, extendiéndose. Los resultados se llevarán a un congreso internacional de estrategias educativas en México.

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