Mañana, más de 93.300 alumnos de la provincia regresan a las aulas. La vuelta al cole es una buena excusa para charlar con Francesc Michavila, una de las voces castellonenses más autorizadas para hablar de educación. El que fuera primer rector de la Universitat Jaume I recibe la llamada de Mediterráneo desde su nuevo despacho en París, donde acaba de ser nombrado Consejero de Educación en la representación permanente de España ante la OCDE, la Unesco y el Consejo de Europa.

--En el 2017 dejó el cargo de director de la cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria y pocos meses después ya asume un nuevo cargo. ¿Cuál será su papel a partir de ahora?

--Tras dejar la cátedra que creé en 1999, decidí centrarme sobre todo en mi trabajo como catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y en el cargo de rector honorario de la UJI. Pero a finales de julio recibí una llamada del Ministerio de Educación para incorporarme como Consejero de Educación en la representación permanente de España ante la OCDE, la Unesco y el Consejo de Europa. Tomé posesión el 1 de agosto y me instalé en París, una ciudad donde estudié y que conozco bien. Mi idea ahora es organizar encuentros de personal español con estas tres administraciones para realizar un diagnóstico sobre los temas de educación en los que España está peor que otros países y ver qué hacen los países que están mejor.

--Sus cargos le permiten tener una visión global y panorámica sobre la educación. ¿Cuáles son los retos a nivel español?

-Giner de los Ríos ya dijo hace más de 100 años que la educación era el instrumento más poderoso para hacer frente al futuro. Castellón es un ejemplo de ello, pues la creación de la universidad tuvo un impacto muy grande en el territorio. Entonces, si la educación es un pilar fundamental para transformar, hay que plantearse cuestiones como si se destinan suficientes recursos y si estos se aprovechan de forma óptima con el objetivo de que contribuyan a la igualdad de oportunidades y a redistribuir la riqueza.

Otro aspecto clave es tener un buen profesorado, al cual se le exija pero que se le remunere de forma justa. Creo que es muy importante su formación y que sean capaces de innovar en la metodología, y aquí la recompensa para el que lo haga puede tener un papel fundamental. Por último, considero imprescindible que el sistema educativo sea ágil. Por ejemplo, en el caso español es un punto débil la poca relación que hay entre la universidad y la formación profesional.

--En España, el nuevo Gobierno vuelve a poner sobre la mesa un gran pacto educativo. ¿Lo ve necesario? ¿Para que?

-Los países más maduros del mundo en estos temas, los nórdicos en particular y también Estados Unidos, se distinguen porque la educación no es campo de batalla político. Pienso que el 80% de las cuestiones educativas tiene que estar fuera del marco partidista, y ahí incluiría la formación del profesorado --que necesita tiempo para consolidarse--, la introducción de equipamiento y tecnologías que modernicen la educación, adaptar los métodos y la infraestructura al presente y los planes de estudio. No inventemos continuamente, en este ámbito no hay por qué ser creativo. Los cambios continuos desmoralizan y desorientan a profesores, estudiantes y a la sociedad.

--¿Cómo ve la UJI tras la llegada de Eva Alcón al rectorado?

--Creo que la universidad de Castellón tiene una fortaleza en el hecho de que su diseño inicial era muy europeísta y competitivo, y en todos estos años los diferentes rectores han ido sumando --y no restando-- en este aspecto. Es una tentación muy típica del sur de Europa que alguien llegue y quiera cambiarlo todo. Esto en la UJI no ha pasado y ya van seis rectores. Con la llegada de Alcón, la UJI se encuentra en buena situación para encarar el futuro, puesto que está razonablemente situada en los ránkings internacionales, tiene índices de productividad buenos y tiene la ilusión de una sociedad que la apoya. Pero lo que en un momento determinado es bueno, si no se sigue trabajando pronto pasa a ser solo regular.

La rectora es una persona de extraordinaria valía, con visión internacional de la universidad y, precisamente, creo que en los tiempos que corren la universidad debe de centrar sus esfuerzos en la internacionalización. Hay que compararse con otras universidades europeas de su tamaño y edad, y hay que ser selectivos con aquellos campos que demanda la sociedad y la economía del entorno, que requieren un esfuerzo adicional. Y, muy importante, retener a los jóvenes con talento.

--¿Hace falta más apoyo institucional para lograr todo esto?

--Todas las administraciones tienen que hacer un esfuerzo singular por la UJI. Hace 27 años que está empujando por Castellón y no se le puede pedir una inercia en infraestructuras que las demás sí tienen. Tiene que haber un trato diferencial en aquellos temas en los que se ha partido de cero y esto debe suponer más recursos para que pueda cumplir sus objetivos. Ello debe ir acompañado de una exigencia de resultados.

--Por su trabajo conoce y ve mucho mundo. ¿Cómo valoran en el extranjero a Castellón?

--Castellón y la Comunitat son bastante conocidos. Pero, ¿por qué nos conocen? Esa creo que es una pregunta interesante. ¿Por las playas? ¿Por la naranja? Eso son temas que, siendo importantes, ya no nos distinguen en la economía global actual. El sector cerámico es un buen ejemplo de lo que hablo, pues ha sabido moverse por todo el mundo con un producto de calidad. Hay que avanzar en este sentido en otros campos. La innovación es clave y, por ejemplo, es difícil encontrarse con empresas castellonenses de base tecnológica, las llamadas start-ups, que hayan dado el salto al extranjero. Las hay, pero pocas. Y ello requiere, entre otras cosas, inversión.

--¿Cómo es su relación con Castellón hoy en día?

--Siempre que puedo estoy allí. Mi pasión es el mar Mediterráneo y es una de las cosas que he echado de menos en este verano extraño. Se echa de menos a los amigos y también la vida en la UJI, a la que espero dedicar más tiempo cuando deje mis obligaciones.