Hasta hace unos años a casi nadie se le pasaba por la cabeza ir a trabajar en bicicleta. ¿Para qué pedalear si se puede llegar en coche a todas partes? Eran años en los que el coche era símbolo de progreso y libertad individual. Prueba de ello, es que durante décadas se apropió de la mayor parte del espacio urbano. Era el rey de la calle y nadie le hacía sombra. Hoy las cosas están cambiando y, aunque en la mayoría de las localidades de Castellón el grueso de los trayectos sigue realizándose en automóvil, irrumpen con fuerza otros medios de transporte. Y entre ellos destaca la bicicleta y el patinete eléctrico, el vehículo del momento.

En la ciudad de Castellón los desplazamientos en bici ya representan el 4%, una cifra que aunque, a priori, todavía puede parecer pequeña, es muy similar a la de València y muy superior a la de Barcelona, donde los desplazamientos a pedales suponen el 2,1%. «Se trata de un medio de transporte que va claramente a más y el objetivo es duplicar ese porcentaje», argumenta Rafa Simó, concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Castellón.

Detrás de la revolución que suponen las bicicletas hay un cambio de mentalidad ciudadana y también grandes dosis de voluntad política. La bici se reivindica como un medio de transporte barato, ecológico y saludable a la vez que como un elemento transformador de la trama urbana. Porque, a más ciclistas más carriles bici. ¿O es al revés? «Cuando acaben las obras en calles como Enrique Gimeno, Casalduch, Caminás o el camí la Plana, la ciudad de Castellón pasará a contar con 90 kilómetros de trayectos ciclables. Ahora tenemos 80», cuenta el edil de Movilidad.

Una parte importante de quienes se desplazan por la ciudad en bicicleta son usuarios del Bicicas, el servicio de préstamo de bicicletas del Ayuntamiento de Castellón, que cuenta con casi 7.000 adeptos que solo el año pasado realizaron casi 885.000 trayectos. No es el único que existe en la provincia. En Vila-real, por ejemplo, Bicivila’t ya llega a casi 800 usuarios y el Ayuntamiento está preparando el primer plan de Movilidad Urbana Sostenible. «El documento prevé la creación de itinerarios accesibles para la movilidad a pie y favorecer el uso de la bicicleta como medio habitual de transporte», dice Emilio M. Obiol, concejal de Territori.

La bicicleta tradicional manda pero las eléctricas (e-bikes) están tomando el relevo de las convencionales. Seguro que más de una vez se ha cruzado con una de ellas, aunque oírlas es casi imposible porque ruido no hacen. Lo sabe bien Pablo Moreno, gerente de Electric Moving.es, una empresa asentada en el Grao de Castellón desde hace tres años y especializada en la venta y reparación de bicicletas, patinetes y triciclos. «Cada vez son más los clientes que nos piden que transformemos su bicicleta tradicional en una eléctrica. Y la mayoría la quieren para ir a trabajar. Ahora mismo es uno de los servicios que más prestamos», apunta Moreno. Con una autonomía de unos 120 kilómetros, el coste de convertir una bici convencional en una eléctrica es de unos 600 euros, menos de la mitad de lo que cuesta una e-bike nueva.

LLEGAN LOS PATINETES

Pedalear esta de moda en Castellón como también lo están los patinetes eléctricos. En apenas un años, su venta en España se ha triplicado y en Castellón ha ocurrido exactamente lo mismo. «Es el vehículo de moda. Hasta hace un par de años era un juguete pero ahora cada día vendemos más y cada día es más frecuente su uso como medio de transporte», describe Daniel Canós, ceo de SMS Eléctrics, en la avenida València de la capital. En Media Markt Castellón aseguran que las ventas de estos vehículos se han incrementado este año un 6.000%. «Los modelos más vendidos son el Xiami Electric y Woxter y quien lo compra es una persona adulta y urbanita, que busca principalmente rapidez y practicidad en sus desplazamientos por el centro de las ciudades», explican fuentes de la empresa.

Las ventajas de los patinetes eléctricos son evidentes. Pueden alcanzar los 40 kilómetros por hora, son económicos (cuestan entre 400 y 800 euros), se aparcan fácilmente y no producen emisiones. Pero si otros medios de transporte han sido recibidos como un avance para luchar contra la polución, los patinetes han suscitado polémica, sobre todo porque no está claro por dónde deben circular. En Castellón se aplica la normativa de la DGT que considera el patinete un juguete y, por lo tanto, solo puede circular por la acera. Sin embargo, en calles como Herrero o Gobernador es frecuente verlos por la calzada, igual que hacen los coches. «Lo que reivindicados a la DGT es una normativa clara y, a los usuarios de los patinetes, que actúen con mesura», sentencia Simó. Barcelona ha sido una de las primeras ciudades en lanzar una ordenanza que regula el uso de casco y les obliga a circular por los carriles-bici cuando superen los 10 kilómetros por hora.