Dicen que cualquier pasado fue mejor, pero esta máxima no se cumple cuando hablamos del Termalismo de Benicàssim, un centro sanitario puntero que abrió sus puertas allá por 1967 y que funcionó a pleno rendimiento durante 25 años, hasta 1992, acogiendo a miles de pacientes -algunos de ellos muy ilustres como leeremos a continuación-, y generando cientos de puestos de trabajo.

Las últimas generaciones que residen en la localidad benicense no han conocido el esplendor de un coloso que ocupa unos 11.000 metros cuadrados de extensión, ubicado en una colina con unas vistas privilegiadas a toda la bahía. En este artículo se pretende así recordar un Centro Termalismo Heliomarino de Benicassim que impulsó el turismo del municipio y que instauró en España los tratamientos de talasoterapia con agua marina.

En la imagen inferior vemos el aspecto que tenía el Termalismo en los años 70, visto desde el ahora paseo marítimo y entonces carretera:

Actualmente, los propietarios quieren abrir un diálogo con el Ayuntamiento para buscar alternativas de futuro a un terreno destinado a suelo dotacional sanitario, circunstancia que obstaculiza cualquier operación. Como curiosidad, hace apenas siete años el centro pudo convertirse en una universidad, pero finalmente se rechazó esta propuesta y la facultad terminó instalándose en la Ciudad del Transporte de la capital de la Plana.

Para comenzar la historia del Termalismo de Benicàssim hay que remontarse a principios de los años 60, cuando el proyecto fue tomando forma con capital francés, donde este tipo de terapias ya estaban muy asentadas, a diferencia del territorio nacional, donde apenas se contaban unos pocos traumatólogos. El Dr. Joaquín Farnós Gauchía, junto a socios galos, inauguró unas instalaciones por las que desde bien temprano pasaron buena parte de las celebridades de la época, comenzando por el Conde de Argillo, consuegro de Franco; y pasando por Ignacio Villalonga, presidente del Banco Central; Vicent Andrés Estellés, poeta y periodista; Geraldine Chaplin, hija del popular actor; Mario Cabré, el torero catalán que fue pareja de Ava Gardner; o el exseleccionador español Javier Clemente. La historia con este último tuvo un final feliz a medias, porque pese a que se recuperó de su lesión en tierras provinciales, tuvo que colgar las botas posteriormente para emprender una exitosa trayectoria en los banquillos.

Vidas dedicadas al Termalismo

En su día llegaron a trabajar en el Termalismo unas 400 personas, la mayoría de ellas de Benicàssim. Una de ellas fue Carmen Fuentes, que reconoce que al principio se “mataban a trabajar”. Esta auxiliar de enfermería, que trabajó durante los 25 años en los que permaneció abierto el centro, guarda, eso sí, muy buenos recuerdos de su paso por este coloso actualmente abandonado: “Al principio hacíamos casi 24 horas seguidas porque éramos poco personal, pero estábamos muy a gusto. Los trabajadores no esperábamos que pudiera cerrar porque las instalaciones estaban muy bien”.

Fuentes recuerda como una fecha señalada “la llegada de suecos y daneses, que ocupaban prácticamente una planta entera de las cuatro que había”. Y es que por aquel entonces existía un acuerdo con los estados de Suecia y Dinamarca, desde donde provenían buena parte de los pacientes, atraídos por el clima y por los beneficios del agua marina para tratar el reuma, muy habitual en estos países.

La que fuera recepcionista del Termalismo durante toda su existencia, Mari Carmen Asín, recuerda los beneficios que la clínica conllevó en la localidad: “Supuso el primer trabajo para mucha gente, en especial para las mujeres. Con el jornal y las vacaciones se dio un paso adelante en la calidad de vida de muchas familias”. Confirma además Asín que el cambio a nivel sociológico fue importante: “Muchos daneses y suecos vinieron para quedarse. Todavía hoy quedan algunos que se casaron con gente de aquí”.

El declive del Termalismo

El Termalismo vivió así su edad dorada en las décadas de los 70 y 80, pero en los últimos años de funcionamiento fue agonizando acuciado por las deudas hasta el cierre definitivo en 1992. Fue un episodio traumático sobre todo para sus trabajadores, que salieron a la calle en multitudinarias manifestaciones. De todas formas, muchos de ellos acabaron entrando en las bolsas de trabajo de la Conselleria de Sanidad, y gracias a su dilatada experiencia concluyeron su vida laboral en diferentes hospitales públicos.

Peor suerte corrió el edificio, que pese a su imponente estampa ve peligrar incluso su existencia. En caso de derrumbe, desde Benicàssim pasarían a verse directamente los apartamentos construidos justo a sus espaldas, ya en término municipal de Orpesa, pero como según el convenio actual, en este terreno solo se puede construir un edificio público desde el acuerdo alcanzado por todas las formaciones políticas en el consistorio en el 2004, su futuro es incierto.

En la imagen inferior vemos algunos de los daños causados después de tantos años de abandono:

Dejando a un lado su deteriorada estructura, el principal respaldo que tiene el centro hoy es su privilegiada ubicación, aunque la propiedad está repartida entre distintas empresas y personas, lo cual dificulta más si cabe el acuerdo que permita que el emblemático Termalismo vuelva a lucir como antaño.