Cuando se construyó la casa cuartel de Almassora, más del 99,8% de los habitantes del municipio aún no habían nacido. El edificio ha cumplido ya 94 años y, además de viejo, su estado de conservación es pésimo. Quienes lo han visitado aseguran que entrar en sus habitaciones o cruzar el patio central es como retroceder a los años cincuenta. Sin exagerar. Es tan decrépito y le falta tanto mantenimiento que hace poco más de un mes, el 12 de octubre, los agentes tuvieron que celebrar la festividad del Pilar, la patrona de la Guardia Civil, en un bar. ¡Si... lo han leído bien. En un bar! No pudieron hacerlo en el cuartel porque el patio, donde tenían que recibir a los invitados, estaba apuntalado ante el peligro de que se derrumbaran parte de los balcones. Hoy de los balcones ya no queda ni rastro, pero las instalaciones continúan igual de viejas y destartaladas.

La antigüedad media de los acuartelamientos de la Guardia Civil en España es de 40,7 años, pero los 32 con los que cuenta la provincia superan la media nacional. Quien lo dice es el propio Gobierno, que en una respuesta parlamentaria fechada el 27 de febrero este mismo año, reconocía que los de Castellón estaban en la lista de los más añejos del país. La mayor parte de ellos se construyeron durante la época del Franquismo. De los años cuarenta son, por ejemplo, los acuartelamientos de Nules o la Vall d’Uixó, mientras que los de Benicarló o Burriana son algo más recientes, de los setenta.

Pero más allá de su antigüedad, la clave está en conocer la calidad de las instalaciones en las que trabajan y, en algunos casos también viven, los miembros de la Benemérita. Y en Castellón los cuarteles suspenden. «Por lo general, el estado en el que se encuentra la mayoría de los edificios es lamentable. Los años pasan y nada cambia», lamentan desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Castellón, que aseguran que allí donde las instalaciones son malas la plantilla es inestable. La retahíla de deficiencias es enorme. Paredes que se caen, problemas de humedades, desconchados, mala climatización y deficiencias en los vestuarios. «Este 2018 se cumplen 30 años de la incorporación de la mujer a la Guardia Civil y lo llamativo es que en prácticamente ningún cuartel de la provincia hay vestuarios femeninos. Nuestras compañeras se cambian en cuartos improvisados», argumentan desde el colectivo.

Los cuarteles son viejos y durante los últimos años han sido víctimas de la tijera. La crisis económica ha congelado inversiones y ha impedido acometer un plan de reforma y construcción de nuevas dependencias para acondicionar unas instalaciones que, en la mayoría de los casos, presentan achaques como consecuencia del paso del tiempo. Y eso explica que el último cuartel que se inauguró en la provincia fuera el de Orpesa, en el 2011.

El Gobierno, que es la Administración a quien compete el mantenimiento y construcción de nuevos acuartelamientos, es consciente de que buena parte de las instalaciones de Castellón ni si quiera llegan al aprobado. Aunque de entre todas la palma se la llevan las casas cuartel de Almassora, Onda y Nules. Por ese orden. En la lista AUGC incluye también Vilafranca, un municipio que ni siquiera tiene acuartelamiento y donde los miembros de la Benemérita trabajan en las instalaciones del antiguo centro de salud, un local cedido por el Ayuntamiento hace ya cinco años.

¿PERO... QUIÉN VIVE AHÍ?

El grueso de las instalaciones del Instituto Armado en Castellón son casas cuartel. La institución, de hecho, dispone de viviendas para algo más del 10% de la plantilla. Quienes viven en las casas cuartel no pagan alquiler y solo se hacen cargo de los gastos del agua o de la luz. El ahorro es considerable pero en Almassora o Nules pocos son los agentes que viven en estas dependencias. «Las casas son tan viejas, que en Nules o Almassora el porcentaje de guardias civiles que habita en estas viviendas es muy bajo. Cuando pueden se van», aseguran varias fuentes consultadas.

Soledad Ten, subdelegada del Gobierno en Castellón, es plenamente consciente de los problemas que tienen los cuarteles de la provincia. Y lo es porque los conoce de primera mano. En los últimos dos meses ha visitado las instalaciones de Onda y Almassora y asegura que las dos están ya en la agenda del Ministerio del Interior. De hecho, hace un par de semanas Ten mantuvo un encuentro con el director general de la Guardia Civil, Félix Vicente Azón Vilas, que le avanzó que en los presupuestos que se están preparando para 2019 va a producir un aumento de la inversión destinada a ambos proyectos. «Los dos están en el listado elaborado por la Dirección General de la Guardia Civil como prioritarios, aunque comparten este listado con más de cien cuarteles del resto de España. Se prevé que los cien cuarteles estén realizados dentro de los próximos seis años», explican desde la Subdelegación.

Mientras llega el dinero, en Almassora y Onda no se cansan de alzar la voz reclamando cuarteles dignos. Tanto para Merche Galí, la alcaldesa de Almassora; como para Ximo Huguet, alcalde de Onda, los nuevos acuartelamientos son una prioridad. Las dos localidades llevan quince años esperando un proyecto que nunca llega. «Es un derecho de nuestros vecinos que los agentes que deben velar por su seguridad trabajen en las condiciones óptimas y no como lo llevan haciendo hasta día de hoy, en unas instalaciones indignas, que se han quedado obsoletas y que para nada cumplen con la función que deberían cumplir», describe Huguet. Para el Ayuntamiento de Nules un nuevo cuartel también es esencial. Como también lo es para el de Vilafranca, que lleva 36 años esperando unas obras que continúan haciéndose de rogar. H