Casi 80 años después de acabar la guerra civil y tras 40 de democracia, Castellón ha dado durante estos días el primer paso para exhumar a las víctimas de la represión franquista --969 ejecutados que yacen en la fosa común del cementerio de San José, 530 en el cuadro civil y 439 en la parte católica, que fueron fusilados junto al Riu Sec entre 1939 y 1947--. Años de desmemoria que se han combatido desde el 20-N hasta hoy, con decenas de familias que se han acercado al viejo camposanto y han recordado los años más trágicos de la historia en el país.

El trabajo a pie de fosa del equipo de ArqueoAntro dirigido por Miguel Mezquida deja una valoración «muy positiva» de esta primera intervención en la que buscaban los cuerpos de tres personas (Rafael Prades, Eduardo Ferreres y José Monfort)- y que se saldará con la exhumación de 13 represaliados.

A partir de ahora, reconoce Mezquida, «falta el trabajo más largo, que es el estudio antropológico y los cotejos de ADN de las víctimas», que se harán en la Universidad Complutense de Madrid y que se pueden prolongar durante un año, según las previsiones. Se van de Castellón, «con el ADN de entre seis y ocho familias», y esperan que en los próximos meses puedan contactar con más.

Poco más de una decena de cuerpos se han recuperado gracias a este proyecto costeado por el Ayuntamiento --valorado en unos 15.000 euros--, pero es estremecedor pensar que solo en el cuadro civil quedan más de 500. «Sabe a poco, pero es un gran paso. Se podría, en una segunda fase, abordar una fosa completa. Es posible a nivel técnico, pero falta el dinero. Estas intervenciones no las tendría que financiar el Ayuntamiento, sino la Generalitat o el Estado», asegura Mezquida, para el que es «una vergüenza que hayan pasado 80 años para llevar a cabo esta primera intervención. Habla mal de la calidad democrática», puntualiza. Y sobre qué les respondería a quienes dicen que su trabajo reabre heridas, el arqueólogo les insta «a venir a ver las fosas y hablar con los familiares. Son hijos que llevan buscando a sus padres y nietos que heredan ese trauma. La única manera de cerrar esa herida es buscar los cuerpos», explica.

Más de 25 solicitudes

Desde el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica, Juan Luis Porcar, reconoce que las primeras exhumaciones son un logro, tras 14 años trabajando en proyectos de recuperación de memoria histórica en la provincia, y reconoce que «ha sido una suerte para las familias que el cementerio civil esté intacto, porque facilita encontrar los cuerpos», argumenta. La intervención tiene un efecto llamada, y ya hay «25 familias interesadas, con nueve de ellas que piden expresamente exhumar», concreta. El trabajo, parece, solo acaba de empezar.

Tres intervenciones, tres fosas:

La búsqueda de Prades da con otros cuatro cuerpos21 de agosto de 1939. Una niña corre desesperada detrás de un camión que se detiene junto al río Seco. Mira hacia el paredón y grita pare! (¡padre!) y una mano se levanta en la distancia despidiéndose de su hija, y de la vida, y casi de la memoria. La pequeña llegó a tiempo para acompañar a su padre en el último suspiro, pero la traumática imagen la persiguió toda su vida. Es la desgarradora despedida de Carmen Prades y de Rafael Prades. Carmen Arnal (foto), la hija de aquella ingenua pequeña que creyó poder cambiar un destino ya sentenciado, recupera y dignifica la memoria de su abuelo a escasos metros del Riu Sec, y recuerda con emoción y lágrimas la historia de Rafael Prades, la primera víctima a exhumar de la fosa común del cementerio. A falta del cotejo de ADN, junto a él se encontraron los cuerpos de Vicent Colom y Enrique Devís. Y dos cajas de reducción con restos que podrían ser de Andrés Lozano y Benigno Morata.La ‘saca’ de vecinos de Alcalà junto a FerreresEn la fila 4, sepultura 27 se buscaba a Eduardo Ferreres, fusilado el 24 de enero de 1940. Era jornalero y llegó a ser alcalde de Alcalà de Xivert. Su búsqueda dio con otros tres cuerpos, todos ellos de vecinos de la misma población, que fueron ejecutados el mismo día. En su tumba, el equipo de arqueólogos halló un anillo con las iniciales R.R.R., que por los estudios elaborados por el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica, y el meticuloso trabajo de quien los enterró -que anotó la ubicación de cada represaliado-, podría pertenecer a Ramón Roda Roures. Con ello se deduce, a falta de los resultados genéticos, que las otras dos víctimas podrían ser Juan Calduch Tena y Bautista Guillamón Roda. En los trabajos de excavación y exhumación se apreciaba en las sienes de alguno de ellos las perforaciones del tiro de gracia, con el que fueron rematados todos los represaliados por los piquetes de fusilamiento junto al cauce del río.Maria y Josep quieren dignificar a su padreMaria y Josep Monfort viajaron esta semana desde Terrassa para seguir de cerca la exhumación de su padre, José Monfort, alpargatero de Forcall, fusilado el 30 de mayo de 1941. Emocionados, recordaron su infancia, María tiene «intactos los recuerdos» en su memoria. Tenía solo 13 años cuando mataron a su padre y les cambió la vida, llegando a tener que abandonar Forcall «porque nos sentíamos señalados» y después de un año «de tortura» durante el que tuvieron que llevar comida y ropa limpia a su padre. Ahora, tras muchos años de desesperanza, sueña con poder enterrar a sus padres juntos, en Terrassa. La de Monfort ha sido la última fosa en abrirse, donde se han hallado cuatro cuerpos, en unos trabajos que se han prolongado durante el fin de semana. En uno de ellos, se conservaba aún la suela de un zapato. Se barajan varios nombres de otras víctimas: Vicente Granell, José Beser, Antonio Borrás o Cándido Membrado.