La mayoría de los arqueólogos coinciden en señalar el sumerio como el idioma más antiguo del mundo, pues sus escritos se remontan al 3.200 a. C. En lo que respecta al castellano, los expertos sitúan su origen en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla. Buena parte de la responsabilidad de cómo se escribe en la actualidad este idioma se debe a los Cuadernos Rubio, que han enseñado a los españoles durante las últimas décadas a mejorar su caligrafía y curiosamente el fundador de la empresa es de Geldo. La relación entre la localidad castellonense y Ramón Rubio fue y es tan estrecha que el centro escolar del municipio lleva su nombre en unos solares donados por él al Ayuntamiento.

De padre militar, Ramón Rubio Silvestre nació accidentalmente en Tarragona, pues ese era entonces el destino de su progenitor, pero cuando contaba con solo dos años de edad ya se mudó a Geldo, donde «pasó todas las penurias de la Guerra Civil y la posguerra», según reconoce su hijo y actual director general de la firma, Enrique Rubio (imagen inferior). "Tengo mucho cariño al pueblo y creo que es recíproco hacia mi familia, pues hace unos días la asociación musical de Geldo hizo un homenaje a mi padre con 12 pasodobles que nos emocionaron a todos", reconoce.

Fue en Geldo donde comenzó sus estudios y donde conoció a su esposa, Marina Polo, hija del médico local. «Pasaron una infancia muy mala y mi padre perdió hasta tres cursos por las condiciones económicas y el hambre. A los 20 años ya comenzó a estudiar en València la carrera de Profesor Mercantil, que ahora llamaríamos Económicas, y se la sacó en tres años aunque era de cinco», recuerda Enrique.

Tras acabar sus estudios, Ramón Rubio comenzó a trabajar en un banco, pero no tardó en fundar una academia de cálculo y contabilidad, dando así sus primeros pasos en el mundo de la docencia, que después desarrollaría con su popular editorial. "Cuando estaba en el banco me contó que fue mi padrino a verle. Le saludó y recibió la bronca del director de la sucursal. Mi padre le contestó que estuviera tranquilo, que no le saldrían canas en la oficina. No pensaba estar mucho tiempo allí", afirma.

Los inicios de Cuadernos Rubio, que posteriormente vendería hasta diez millones de ejemplares al año, no fueron sencillos: «Al principio pasábamos las vacaciones en Geldo. Recuerdo como los veranos más felices de mi vida los que me bañaba en un Palancia de aguas cristalinas y daba con la familia paseos por el pueblo y la huerta, aunque cuando sacó los primeros cuadernos la familia ya acompañábamos a mi padre en sus viajes, que aprovechaba para vender sus libros». Enrique recuerda que "el primer cuadernillo de problemas se publicó en 1959 y el de caligrafía en 1962", aunque fue en la década de los 80 cuando más éxito tuvo esta publicación.

En casa de herrero...

El arraigo con el que cuenta la firma no quita para que el hijo del fundador tuviera que esconder en ocasiones la profesión de su padre... «A mis amigos no les decía que mi padre era el de Cuadernos Rubio porque muchos se pasaban los veranos haciendo ejercicios con ellos y no les tenían mucho cariño», reconoce hoy entre risas. El actual director de la empresa, eso sí, se confiesa «orgulloso de las raíces de la familia» situadas en Castellón, al tiempo que añade que su padre no estaba tan orgulloso de su caligrafía: «Tengo muy mala escritura, no como él». Sí estaría orgulloso Ramón Rubio de las manos en las que ha dejado una empresa que factura más de dos millones de euros al año y que ha diversificado su producto entrando con fuerza en el mundo digital.