Emoción e incluso lágrimas estuvieron presentes ayer en el último pleno de la Diputación de Castellón presidido por Javier Moliner, una sesión, de carácter puramente técnico para aprobar las actas de los diputados provinciales entrantes, que cierra ocho años de gestión del popular y 24 ininterrumpidos de gobiernos de su partido, el PP.

Moliner no solo estuvo ayer arropado por concejales de su formación en Castelló, así como por la presidenta de la capital, Begoña Carrasco, junto al presidente del PPCS y diputado autonómico, Miguel Barrachina, sino que contó en su despedida con el calor de todos los grupos de la oposición.

Iñaki Vallejo, de Castelló en Moviment; Cristina Fernández, de Ciudadanos; Xavier Trenco, de Compromís; y Santi Pérez, del PSPV, por este orden, dedicaron palabras de elogio a Javier Moliner y, sobre todo, a su talante consenso.

En cuanto al presidente saliente, aseguró que se va «con la serenidad de la conciencia tranquila, con la responsabilidad del honor recibido, y con la satisfacción por todo el trabajo realizado».

«Este es un pleno importante para mí por lo que supone de cerrar un ciclo de ocho años; cuando llegamos en el 2011 la sociedad castellonense y la Diputación vivían inmersas en una crisis económica, social, una crisis reputacional e identitaria de esta sociedad castellonense», declaró.

«Siempre he pensado que el trabajo es la única herramienta que existe para cambiar las cosas, y a eso nos hemos dedicado durante estos ocho años», añadió, para continuar con un repaso sobre los años de un mandato en el que «nunca» buscó «una Diputación protagonista, sino una provincia protagonista con una Diputación útil para ayudarla a serlo».

Moliner se marcha «con la emoción de dejar grandes amigos y con la pasión por esta tierra extraordinaria», no sin subrayar la «gratitud infinita a todos».