No se encalabrine el lector por este título, que hace referencia a una frase popular, hoy todavía muy en uso. Para nada piensa el que escribe, hacer una parodia polisémica, de carácter genital, con referencia a las gónadas masculinas, sino, simplemente referirse a esa locución tan manida de «poner las cosas a huevo», o «estar a huevo», usada incluso por las generaciones jóvenes que, lamentablemente, están perdiendo mucha riqueza de vocabulario; y no lo digo yo, lo dice la directora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad de México.

El origen de esta expresión está en el bajo precio que tenían desde fines del medievo, esos embriones redondeados de cáscara dura, que ponen, entre otras muchas especies, singularmente, las gallinas que llegó, por su escaso valor, a generar refranes de tipo comparativo. Así, si lo muy valioso se compraba a precio de oro, lo que era muy asequible y baladí se decía que estaba a huevo. Y la frase no es que digamos muy reciente, pues ya la encontramos en el siglo XVIII, en textos del quevedesco Torres Villarroel: «…porque ha crecido tanto el número de esta mercaduría, que la soberbia de los deseos encuentra proporcionados los apetitos; y lo demás corre tan barato, que valen a huevo los pecados mortales, y ya los más son pecadores de gorra, lascivos petardistas y lujuriosos de contrabando». Así pues, aclarado queda el origen de «poner las cosas a huevo» es decir, ponerlas muy fáciles o asequibles.

*Cronista oficial de Castelló