Con solo 34 años, a Lucía Alemany no le ha temblado el pulso a la hora de dirigir su primer largometraje, ‘La Inocencia’, que se podrá ver en la gran pantalla el próximo mes de diciembre. Ambientada en su Traiguera natal, la película ha cosechado las mejores críticas posibles, generando gran expectación desde su estreno en San Sebastián. “En mi pueblo esperaban que nos dieran el premio del festival y ya estaban preparados para disparar la traca”, asegura la joven, candidata incluso al Goya como mejor director novel en la próxima edición de la gala del cine español: “Estar nominada sería maravilloso, pero espero no ganar para que salga a hablar otro, que soy muy tímida”, afirma entre sonrisas al tiempo que postula al premio a la actriz protagonista: “Que Carmen Arrufat pueda llevarse el Goya revelación sería muy justo”.

Alemany hizo las maletas con 18 años en Traiguera para estudiar Comunicación Audiovisual en la UVic y formarse como directora en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya (ESCAC). Sin embargo, para rodar el filme ha vuelto a sus orígenes: “Traiguera es un personaje más de la película. Ya lo fue de mi primer corto, que fue la semilla de este proyecto más ambicioso”. Con Andrea Arnold, Berlanga o Paco León como referentes, en ‘La Inocencia’ se infiltra “dentro de las fiestas del pueblo para sacar su alma en la procesión, la verbena, el toro y la vida en la calle”.

Una historia muy real

La protagonista, como sucedió con Alemany, se queda prematuramente embarazada y decide abortar, pero la directora aclara que el filme está alejado de ser una autobiografía: “Viví esa experiencia de una forma muy diferente. El entorno de la película es particular de la película; no es mi historia”. Además aclara que ‘La Inocencia’ “no pretende reflexionar sobre el aborto, sino que ese es el punto de inflexión que hace que esta adolescente explote su conflicto principal, es solo un obstáculo en su camino hacia Barcelona, donde quiere estudiar circo”.

Incide Alemany en que el personaje que encarna la castellonense Carmen Arrufat “quiere abortar sin que se enteren sus padres, y es ahí donde ves que hay un problema de falta de comunicación. La niña quiere dejar de ser niña para ser adolescente y necesita un entorno en el que ser libre para poder desarrollarse como es. Esa es la inocencia de esa edad”. Sí admite la directora que el hecho de conocer la idiosincrasia de un municipio como este ayuda en su cometido: “Sé lo que es tener un sueño y sentir que tu pueblo es una prisión, por lo que puedo contar la historia de una niña que necesita volar”.

Adelanta la joven que sus próximos pasos en el cine se desarrollarán ya lejos de Traiguera y espera que su primera película guste al gran público: “Es un drama en el que la gente llora, pero también ríe. En Castellón creo que muchos se verán reflejados y espero que les guste lo que ven”.

Juventud al poder

Volviendo a su municipio, Lucía Alemany entiende que “todo el pueblo siente la película como suya porque también es suya”. De hecho, muchos personajes del filme tuvieron fácil su trabajo, pues interpretan su papel en la vida real: “Quería encontrar gente que se dejara moldear al cien por cien en mis manos y que tuvieran esa naturalidad que no se puede interpretar”. Entre los actores con poca experiencia se encontraba la propia protagonista, pues Carmen Arrufat solo contaba con 15 años en el rodaje: “Nos trajo algún problema burocrático su edad, pues era un juez quien debía aceptar que trabajara en la película y teniendo en cuenta que el guion es picante, los de producción tuvieron trabajo añadido hasta que se aprobó”.

Pese a que el escenario es el mismo y la trama similar, Lucía Alemany no esconde el salto que supone realizar un largometraje de estas características con un solo corto de experiencia en la gran pantalla: “La verdad es que es la hostia, pero cuando trabajas tanto por un objetivo tampoco te sorprende. Al final son 80 minutos más y se necesita una producción sólida y potente. Llamamos a muchas puertas, nos denegaron incluso dos subvenciones, me rendí muchas veces, pero nos lo curramos cada minuto”. Sobre cómo consiguió el primer ‘OK’ recuerda lo siguiente: “Llamé a los productores de la película ‘El Olivo’ para decirles que era directora, había hecho un corto y tenía el guion para el largo. Les gustó el corto y me pidieron que les diera el guion del largo, aunque lo cierto es que no lo tenía y tuve que hacerlo en tres meses junto con Laia Soler”.

En cuanto al porqué decidió apostar por la dirección y no por otras facetas del cine, recuerda lo siguiente: “Con 18 años se me pasó por la cabeza hacer cine, pero lo veía como algo muy gordo. No me sentía preparada”. Lo que le hizo cambiar de opinión fue precisamente que un profesor le desaconsejara ser directora: “Me dijo que si tenía dudas no podía seguir, así que en mi cabeza hice un ‘click’ y me dije, ‘coño, sí que quiero dirigir’. Así que aquí estoy”. Y está para quedarse.