Joaquín Esteve se ordenó como sacerdote en 1969 en la parroquia de la Asunción de Onda. Este almassorí, tras pasar por Cirat, Arañuel, El Tormo, El Collado Blanco, Nules o Ribera de Cabanes, aterrizó en la iglesia de Santa Joaquina de Vedruna de Castelló hace la friolera de 41 años, y es ahí donde este sábado sus feligreses le rindieron un homenaje por estas bodas de oro.

Chimo, como le conocen sus amigos, recibió así los muchos frutos sembrados durante todo este tiempo, con unos 500 asistentes al acto. «He intentado crear una comunidad viva, que la gente se sienta familia, que se sienta Iglesia», y a fe que lo ha logrado un sacerdote que también ha impartido clases en el IES Ribalta de Castelló, así como en la Cruz Roja, donde ejerció como ATS hasta su reciente jubilación.

Joaquín Esteve reconoce que durante su periplo vital ha mantenido «dos fidelidades, a Dios y al hombre de hoy». Sus feligreses destacan también que ha cumplido al cien por cien la premisa de San Pablo de no ser gravoso a la comunidad, pues no ha percibido emolumento alguno por sus 50 años como sacerdote, sustentándose en su profesión liberal.

Un rara avis en el mercantilista siglo XXI, pero con una actitud que le ha granjeado un sinfín de amistades, tanto entre sus feligreses y entre sus compañeros que le demostraron el sábado su gratitud en el citado y multitudinario acto. ¿Quién dijo que la Iglesia ya no podía mover a las masas?