La experta en violencia de género Ángela Escribano expuso ayer en la Universitat Jaume I el fenómeno de los vientres de alquiler como una forma de mercantilización del cuerpo de las mujeres. Así, cifró en entre 30.000 hasta los 125.000 dólares el coste de la gestación subrogada, en función del país, desde Ucrania, el más barato; a EEUU el más caro. Lo hizo en la primera jornada del Seminario Internacional contra la Violencia de Género celebrado en la UJI.

Aunque la ley española 14/2006 prohíbe la maternidad subrogada, una instrucción de 2010 de la dirección general de registros y notariado abrió la vía a inscribir en el registro civil a los niños nacidos en este procedimiento, alrededor de un millar en España. «Habría que hacer una ley jerárquica superior a la instrucción que no permitiera registrarlas».

«Es un mercado neoliberal. Hay vídeos en internet de granjas de mujeres; ferias donde se ofrecen vientres de alquiler con un teléfono de regalo. Padres eligiendo por catálogo los rasgos, dónde quiere nacer», agregó.

MERCADOS // «¿Os imagináis que tuviéramos un mercado de drogas, armas o riñones?», se preguntó Escribano. Recordó que en España la donación de órganos es un acto altruista y hay un sistema garantista de forma que ha de pasar por un comité científico, por un registro, para que no se puedan comprar y vender.

Sin embargo, «mientras que en España es nulo de pleno derecho un contrato de gestación subrogada, estamos acostumbrados a ver a personas de reconocido prestigio defendiéndolo; a veces choca la realidad con la legislación». Así, cuestionó que, pese a estar prohibida, que se anuncien agencias o tengan en la televisión espacio gente conocida o de la farándula explicando cómo eligieron a los padres o madres.

Expuso que la mayoría de compradores no son hombres gays, sino parejas heteros que no pueden tener hijos. «Se da el deseo de unos padres y una necesidad de unas mujeres pobres con mucha vulnerabilidad», añadió. Ucrania, India y Filipinas son los países donde más se producen y la tasa de éxito no supera el 43%.

Hay médicos, abogados, psicólogos que asesoran cómo traer o cómo tratar al niño. «Y no se habla de madres ni de embarazos, es como si fuera un contenedor, un microondas, como si no hubiera una mujer detrás de la gestación». Agregó que se controla la alimentación, las relaciones sexuales, el tipo de trabajo, los antecedentes de la futura madre, que no tiene tiempo de arrepentirse, como sí ocurre cuando se da en adopción a un bebé. «Las agencias ejercen un control brutal sobre la mujer y, una vez firmado el contrato, también los padres. «La mayoría programa el nacimiento por cesárea». «¿Esto no tiene que ver con el tráfico de seres humanos», se preguntó.

«Un contrato donde se renuncia a ser madre a cambio de un dinero ¿Os imagináis un contrato donde renunciáramos al voto, a nuestro sueldo?», añadió

ADOPCIÓN // La experta abundó en que la adopción es larga, porque necesita unas garantías que eviten el tráfico de niños, para asegurar que a la criatura se la va a quererla, educarla, criarla, y que a lo mejor habría que poner el énfasis en aligerarla, pero las personas que trabajan en esta materia dicen que necesitan entre dos y tres meses como mínimo para poder garantizar que no es un tráfico de niños. Algo que en la maternidad subrogada no se garantiza. «Vas allí, pagas, te ponen en contacto y a los nueve meses tendrás a la criatura. Y no pasa nada», lamentó.