El vaciado de las zonas rurales es una de las características que comparten España y Japón. Ante este problema, el país nipón implantó en el 2008 el Furusato Nozei, una especie de impuesto a la ciudad natal que es en realidad un sistema de donaciones incentivadas y, en la práctica, como explicó Ramón Vilarroig en su ponencia, «una herramienta de solidaridad intranacional». El propio Vilarroig, director del congreso, estudiará próximamente en Japón las posibilidades de importar a España la iniciativa.

En el Furusato Nozei el ciudadano elige a qué población realizar una donación voluntario a cambio de un regalo. Normalmente puede elegir entre productos típicos del lugar. En la práctica, a grandes rasgos, muchos japoneses residentes en grandes urbes eligen la ciudad o el pueblo en la que crecieron como una manera de ayudar y devolver lo invertido en ellos por ese municipio. Además tiene derecho a una deducción fiscal, según el montante.

Con matices tanto fiscales como sociales, Vilarroig apuntó la posibilidad de que esta herramienta pueda ser útil para combatir la despoblación en Castellón y en el resto de España. El Furusato Nozei también se ha utilizado para ayudar a zonas determinadas después de catástrofes naturales. Entre las ventajas del sistema, Vilarroig apuntó la atenuación del éxodo rural, al disponer estas poblaciones de más recursos. Por contra, entre los peros, que el coste del incentivo lo asume el Gobierno central.

La segunda y última jornada del congreso internacional España-Europa-Japón arrancó con la ponencia de Naoto Takeuchi, profesor de la universidad Kyoto Tachibana, que detalló en el Planetari la evolución del sistema político y administrativo japonés. También intervino durante la mañana Tomoko Mochizuki, representante de la ciudad de Ube, que realizó un repaso de la historia de la localidad, sus inicios industriales, su evolución a ciudad verde y las relaciones pasadas, presentes y futuras con la ciudad de Castelló, con la que se hermanó este mismo año 2019.