La decisión de los principales productores de cítricos del cono sur de evitar los puertos donde los controles fitosanitarios son más exigentes --entre ellos los españoles-- incrementa el riesgo de que plagas tan temidas como la mancha negra o el greening lleguen a las zonas productoras españolas, como Castellón. Un informe de la Unió al que ha tenido acceso Mediterráneo, y que esta organización de productores entregó a la Comisión Europea asegura que los sobrecostes a los que tendrían que hacer frente los agricultores si llegaran estas enfermedades, particularmente la primera de ellas, ponen en riesgo el futuro de la citricultura en la provincia.

En concreto, la organización afirma en su estudio que la posible entrada en Europa de una plaga que ya se ha detectado en otras regiones mediterráneas como Túnez «supondría un incremento en los costes de producción de más del 22%, al aumentar entre dos y seis el número de tratamientos para combatir el hongo, lo que haría prácticamente inviable el cultivo en zonas productoras de la Comunitat Valenciana».

CASOS SIMILARES

El informe advierte de que en los últimos años ha habido más casos de enfermedades como el cotonet de les Valls que, llegadas de regiones meridionales como Sudáfrica, han puesto en jaque a los productores castellonenses. En concreto, el trabajo asegura que los sobrecostes derivados de la lucha contra este insecto ascienden a 300 euros por hectárea y año, lo que en un contexto de crisis estructural de precios o baja producción como la de esta campaña dificulta la viabilidad de las explotaciones.

En el caso de la mancha negra, las dificultades a las que se enfrentarían los profesionales del campo es mayor, ya que el método más eficaz en la lucha contra esta plaga son los ditiocarbamatos, una materia activa prohibida en la Unión Europea.

Para evitar que estas plagas lleguen a Castellón es clave la vigilancia fitosanitaria. En este sentido, la Unió pide el tratamiento en frío en origen y una unión aduanera en Europa que evite que los exportadores burlen a los países que optan por controles rigurosos. La prueba de que ahora sí lo hacen es que solo el 3% de la naranja que llega al Viejo Continente lo hace a través de España.