Una vez más, y con un escaso intervalo de tiempo respecto a la ocasión anterior, la palabra «histórico» vuelve a acompañar a un fenómeno meteorológico sufrido en la provincia. Esta vez, el colapso llevó el nombre de Gloria, y causó estragos de norte a sur, primero en el interior y horas más tarde por la costa. Estas son las principales claves, mientras cada municipio afectado lucha para recobrar la plena normalidad.

Una primera etapa en forma de gran nevada

Las primeras manifestaciones del temporal llegaron al interior el pasado domingo. Una copiosa nevada hizo acto de presencia en Els Ports, l’Alt Maestrat y el Alto Palancia. Si los primeros compases del invierno habían estado marcados por unas temperaturas superiores a las acostumbradas, el brusco descenso en los registros, sumado a las precipitaciones, tiñeron de blanco todo el interior. Con ello vinieron los primeros problemas, por el corte al tráfico de viales y el anuncio de que los niños deberían quedarse en casa. La persistencia del fenómeno derivó en el hundimiento de techos en algunas casas, y daños en propiedades agrarias. En este episodio llegaron a registrarse más de 86 centímetros de nieve, cuyo peso causó los principales desperfectos.

La desgracia llegó a todos con la furia de las olas

Ya en las primeras horas hubo incidencias en una costa que comenzaba a estar revuelta. Pero no fue hasta el lunes y el martes cuando el mar desató una furia vista en pocas ocasiones. A diferencia de situaciones anteriores, en esta borrasca hubo efectos generalizados. De norte a sur de Castellón, no hubo ninguna localidad libre de cortes de calles, la inundación de las zonas más próximas a las playas y el oleaje que alcanzó a casas hasta ahora indemnes. Afortunadamente no hubo que lamentar desgracias personales, si bien hubo desalojos en puntos como Almassora, Moncofa o Peñíscola. En algunos casos, por la entrada del agua en sótanos y bajos; y en otros por la imposibilidad de poder llegar a unas viviendas rodeadas de piedras.

La eterna espera de unas medidas que no llegan

Puntos como Almenara sufren cada cierto tiempo temporales destructivos. Desde hace años, junto al resto de localidades del litoral sur, se reclama la ejecución de medidas que pongan fin a la regresión, mediante la construcción de espigones. A pesar de las promesas de los dirigentes que se han ido alternando en Costas, la tónica habitual es el cambio de proyectos, el anuncio de nuevos estudios y las demoras. La alcaldesa de Almenara, Estíbaliz Sanz, se reunió el miércoles pasado en Madrid para seguir reclamando la puesta en marcha de las actuaciones --el encuentro estaba programado antes de Gloria-- y, por el momento, arrancó el compromiso de adelantar el inicio en unos tres meses. El calendario marcado por el Gobierno indica que la maquinaria hará acto de presencia antes de que concluya este 2020. Mientras tanto, el paseo marítimo tendrá que repararse. Como en el 2017. Alcaldes de la zona manifiestan su hastío con la situación, ya que aseguran que las escolleras construidas habrían limitado los daños.

Los meteorólogos hablan de una suma de factores

¿Ha sido el peor temporal de la historia? Para unos, hacía más de una década que no contemplaban nada igual. Otros confesaron que nunca se habían enfrentado a nada semejante. El catedrático de Climatología de la UJI, José Quereda, explicó que no se habían dado «parámetros de récord, pero globalmente es uno de los grandes temporales de nuestra serie histórica, tal vez por sus efectos en la zonas de la costa». En este caso se sumó una situación extendida a toda la provincia, más la baja presión atmosférica, que elevó la altura de un mar impulsado por las olas y el fuerte viento. En alta mar hubo olas de hasta nueve metros. Afortunadamente, la lluvia fue persistente y dilatada en el tiempo, pero no torrencial, como en octubre del 2018. De haberse repetido este hecho, las consecuencias hubieran sido mucho mayores.

Una vuelta a la normalidad que debe ser muy rápida

El sol volvió a asomarse el miércoles, pero las heridas del temporal todavía tardarán en cicatrizar. Un proceso que debe ser a contrarreloj, con el fin de que en abril las costas estén listas para los bañistas. Los ayuntamientos han empezado con la limpieza. La siguiente fase será la adecuación de playas por parte de Costas, mientras que Turisme Comunitat Valenciana debe reparar las infraestructuras rotas, como duchas, pasarelas y estaciones de bombeo. La calculadora de los gastos sigue haciendo sumas. Mientras, hay quien apunta a la necesidad de medidas más duraderas, y asumir que el cambio climático convertirá a Gloria en una rutina para nuestro litoral.