Marconi y Tesla compiten todavía hoy por la autoría de la invención de la radio. El italiano presentó la patente en 1904, lo que le valió el Nobel de Física en 1909, aunque en 1895, Tesla ya había diseñado un sistema para transmitir mensajes de voz. Lo que quizá no sabían es que fue el segorbino Julio Cervera quien logró por vez primera transmitir la voz humana sin hilos. Lo hizo entre Jávea y Alicante en 1902. También Segorbe fue la cuna del inventor del ajedrez moderno. Hablamos de Francesch Vicent, quien en 1495 publicó el primer tratado de este juego, con la incorporación de la reina en el tablero. Sin salir de la provincia de Castellón, aquí vio la luz otra invención más banal, pero tan útil como la que más. Hablamos del bálsamo labial conocido como Suavina, que nació en 1880 con el nombre de Ungüent de Vila-real.

Ya en el siglo XXI, concretamente en la UJI, un equipo de investigadores liderados por Luis Cabedo está siguiendo los pasos de los citados pioneros con un invento que puede cambiar el mundo. Hablamos de un plástico que no es plástico. Es decir, un material que no nace del petróleo como el plástico conocido hasta ahora, sino de unas bacterias.

«Este material, llamado polihidroxialcanoatos (PHA), está fabricado de forma natural. A diferencia del plástico, que se mantiene en el medio ambiente de una forma casi eterna, este material podría deshacerse en semanas o meses en el mar», afirma el investigador castellonense. «A pesar de ser un plástico en su compartamiento, puesto que está formado por macromoléculas, no lo es en su origen, pues nace de unas bacterias que se alimentan de este mismo plástico que producen», añade Luis Cabedo.

En breve, en su supermercado

La utilidad de este innovador material podrá comprobarse en breve, pues son ya varias las multinacionales interesadas y afirma el protagonista que «en semanas podría verse ya en grandes superficies, Mercadona, Consum...».

No oculta Cabedo que este tipo de plástico «está llamado a cambiar el mundo» y añade que se puede generar un sinfín de envases: «Sirve para fabricar bandejas, pajitas, platos... Llevamos años trabajando con este material a través de un programa de Resins, y con el apoyo económico del Ministerio de Ciencia, la Unión Europea, la UJI y la Fundación Dávalos-Fletcher».

El castellonense incide en que «el consumidor no encuentra ninguna diferencia» entre este plástico y el petrolífero: «Es igual de inerte químicamente y no tiene ningún problema de seguridad alimentaria. Sí hay diferencia por ejemplo en el contenedor de reciclaje al que habría que tirar el usado, puesto que al ser materia orgánica debería ser depositado en el marrón junto al resto de comida y no en el amarillo».

No oculta Cabedo que este invento ha llegado «en el momento ideal por la conciencia social y la emergencia climática», y pese a que su coste de fabricación es superior al del plástico normal, «no será siempre así porque el proceso de fermentación es sencillo».