Como el resto de la sociedad, los comedores sociales han tenido que reinventarse con el coronavirus para continuar prestando un servicio muy necesario para los más desfavorecidos. El Estado de Alarma ha obligado a entidades como Cáritas a modificar su rutina en el reparto de alimentos. Las comidas preparadas que se servían en comedores sociales han desaparecido y ahora se impone la distribución de alimentos no perecederos, en crudo y también frescos, un par de días a la semana para moverse lo menos posible. La comida se lleva a los comedores, donde los voluntarios las organizan en bolsas para repartirlas en las parroquias.