En tiempos de coronavirus, todo cambia o nada cambia, según se mire. Los hábitos, desde luego, son bien distintos, con la mayoría de la población confinada en sus domicilios, pero las necesidades de las oenegés “son las mismas que antes”, según confiesa Amparo Faulí, presidenta delegada de Manos Unidas en Castellón, que ha tenido que suspender todos los eventos programados: “Estamos todos confinados en casa y la sede está cerrada. Tenemos miedo porque el coronavirus en el tercer mundo puede ser una tragedia. Allí no tienen ni jabón”.

Uno de los colectivos más sensibles a la pandemia es el de los enfermos. Desde la Acción Misionera Vicenciana, su directora Sor Carmen desvela que tienen en sus instalaciones los pacientes más graves apartados del resto: “Tenemos 20 enfermos sin casa y seis de ellos, que están muy delicados, están apartados, iguals que las hermanas más mayores. Los 14 restantes sí bajan a ver la televisión o a pasear por el jardín, pero extremamos las precauciones y como no hacen test tenemos a dos empleados en casa porque tenían unas décimas y no queremos arriesgar”. En cuanto a sus necesidades, la directora de Marillac desvela que necesitan “mascarillas”.

En la misma línea, desde Cáritas Diocesana su director Juan Manuel Aragonés confirma que mantienen su sede abierta, al igual que el Albergue Municipal que gestionan, en el que residen actualmente 38 personas: “Está lleno y funciona a pleno rendimiento. Además damos comida a otras 90 personas que no entran dentro del albergue; les damos la comida en ‘tuppers’ para evitar contagios”. Aragonés admite que muchos necesitados acuden a buscar trabajo.

Precisamente sobre el ámbito laboral se pronuncia Dolores Marco, delegada en la Comunitat Valenciana de Acción contra el Hambre: “Nosotros en Castellón somos nueve y estamos teletrabajando todos. Nos dedicamos en ámbito local a la inserción socio-laboral y estamos comprobando que pese a los Ertes se abren oportunidades como limpieza, seguridad, reponedores…”.

Destacar por último que el Comedor del Padre Ricardo sigue sirviendo comidas, pero no dentro de sus instalaciones, sino que reparte bolsas para llevar para luchar contra el coronavirus, mientras que en Cruz Roja están funcionando con relativa normalidad, como demuestra que hayan atendido durante el estado de alarma a más de 20.000 personas afectadas en la Comunitat Valenciana.