"Es una odisea lo que hemos vivido en nuestra luna de miel”, manifestaban a Mediterráneo, Óscar García de la pedanía de Montalba (Vall d’Alba) y Paloma Sabater de Figueroles, tras regresar a Castellón el pasado viernes. La pareja no podía imaginar cómo se le iban a torcer las cosas cuando contrajo matrimonio el pasado 7 de marzo, en una celebración en Castellón, acompañados por trescientos cincuenta familiares y amigos.

Todo comenzó el pasado jueves 12 de marzo cuando Óscar y Paloma marcharon de viaje de bodas. Nada hacía presagiar lo que ahora estamos viviendo. La gente no estaba confinada aún en sus casas y ellos marcharon “pensando que tendríamos aún un buen viaje”. Su objetivo era permanecer una semana en Nueva York y la otra en la Polinesia.

Pero finalmente anularon Nueva York porque vieron que la realidad se estaba poniendo allí fea y prolongaron sus quince días en Polinesia. “Disfrutamos en Tahití y en Huahine y teníamos también contratadas Bora Bora y Moorea -las dos islas más explotadas- que por cierto nos costaron mucho dinero pero todo se fue al traste”, comentan. Y es que mientras estaban en Huahine les llamaron desde la agencia para decirles que tenían malas noticias y que iban a cerrar los hoteles, las líneas aéreas… También las islas para todos los turistas.

“Nos pusimos inmediatamente a buscar aviones y el primero que encontramos salía una semana después”, manifestaban. Y desde ese momento empezó el calvario. De Huahine fueron a Tahití y cuando estaban facturando las maletas recibieron un aviso de que no podían subir al avión porque una norma impedía a los europeos que habían permanecido allí, los últimos catorce días, entrar en Estados Unidos (ya que hacían escala en Los Ángeles). “Tuvimos que quedarnos cuatros días más en un hotel de Tahití, sin poder salir, y menos mal que teníamos piscina; porque todo lo que teníamos contratado no nos valió para nada. Y ni tan siquiera sabemos si nos devolverán el dinero que invertimos, aunque ahora tenemos claro que lo principal es volver a casa”, indican.

Por suerte, Paloma y Óscar encontraron un vuelo para volver a casa sin pasar por Los Ángeles y que les llevó a París y de allí a València. “Menuda luna de miel hemos tenido aunque ahora lo importante es que hemos llegado bien a casa porque tenemos ya muchas ganas y nos quedan aún muchas horas de vuelo”, concluyen.