Salvador Godó, vecino de Burriana de 44 años, todavía está convaleciente del coronavirus. Aunque hace unos días recibió el alta del Hospital General de Castellón, está confinado en su casa con su mujer y sus cuatro hijos hasta que pase el periodo prudencial de total recuperación. Este burrianense, director de recursos humanos internacional de Porcelanosa, comenzó a encontrarse mal y a tener un poco de fiebre, por lo que dejó de ir a trabajar y guardó reposo en su domicilio. «Al séptimo día, la cosa dio un vuelco. Empecé a tener un pitido en el pecho, me faltaba el oxígeno y noté que algo no iba bien. El coronavirus me consumió, perdí seis kilos en una semana. De repente, cuando fui a ducharme, me caí y no podía levantarme», relata el afectado. Fue su mujer quien llamó a los servicios sanitarios y Salvador fue ingresado en el General.

«Mi experiencia en el hospital fue extraordinaria. Desde médicos y enfermeras hasta auxiliares, celadores o personal de cocina se vuelcan en la atención al paciente. Son unos auténticos héroes y se dejan la piel en un trabajo que es absolutamente vocacional. Lo pasan fatal, ellos también sufren por los pacientes, por ellos mismos y también por sus familias, por el temor a contagiarlas...», afirma, muy agradecido por los cuidados recibidos.

TUVO MIEDO POR SU FAMILIA / Salvador dice que no tuvo miedo a que su situación empeorase, pero sí temor por los suyos, a transmitirles el covid-19 o a que su sistema inmunitario acusara más el virus que él. «La enfermedad es una desconocida todavía y la sanidad pública está desbordada. Hay mucha incertidumbre y en el hospital tienes muchas horas para pensar», reconoce en conversaciones con este periódico.

Salvador vivió, además, el coronavirus con la natural preocupación como paciente, pero también como padre de una estudiante de Enfermería. «Mi hija está en segundo de carrera, pero si esto hubiera pasado dentro de dos años seguramente le hubiese tocado incorporarse a la sanidad pública. Creo que tenemos mucho que agradecer a todos los sanitarios en esta crisis», dice.

Reconoce que no tiene televisor porque no quiere estar «con el coronavirus en la cabeza todo el día», así que se distrae con series y películas en su ordenador desde el mejor sitio, su casa.