Hospitales volcados en atender a los enfermos de coronavirus. Sanitarios envueltos en trajes que astronauta. Pantallas y cascos protectores. Mascarillas. Test. Respiradores... Y, de repente, en un hospital de Castellón nace un niño. Se oyen sus llantos. Se ven las lágrimas de alegría de sus padres. Y la cara de satisfacción de matronas, ginecólogos y anestesistas que han ayudado a que el milagro fuera posible. Porque en medio de una emergencia sanitaria sin precedentes, la vida no espera.

El mismo día que el Consejo de Ministros aprobó el estado de alarma, Mónica Roda ingresó en el Hospital General de Castellón. Dio a luz un día después, el 15 de marzo. A las siete de la tarde llegó al mundo la pequeña Cayetana, la primera hija del matrimonio formado por Mónica y Andrés Querol, un empresario del sector de la limpieza. «Cuando entramos al hospital no había ingresado ningún enfermo de coronavirus, aunque cuando unos días después nos dieron el alta, la situación ya había cambiado», cuenta esta madre primeriza de 30 años, natural de Culla, aunque residente en Castelló.

Cayetana (imagen inferior) nació mientras el resto del país se iba haciendo a la idea de que tenía que estar unas semanas encerrado en casa y en los supermercados se formaban unas colas de aúpa. «Unos días antes de nacer la niña, yo tuve que dejar de trabajar y guardar reposo en casa por un dolor muy fuerte en la pierna. Pasé los días leyendo noticias y mirando la tele y empecé a intuir lo que pasaría. No podía dejar de llorar solo de pensar en qué circunstancias nacería la niña», explica Mónica.

Aquellos primeros días de estado de alarma, en los hospitales los protocolos no acababan de estar claros y los sanitarios tenían muchas más preguntas que respuestas. Pero Cayetana se abrió paso y tanto el parto como sus primeras horas en el hospital discurrieron con total normalidad. «Andrés pudo estar conmigo en todo momento y, mi madre y mis suegros, nos hicieron una visita relámpago y pudieron conocer a la niña», explica Mónica, que solo tiene palabras de agradecimiento para los profesionales del área de Maternidad del General de Castelló. «Fueron amabilísimos y nos atendieron en todo momento superbién».

Revisiones por teléfono

Mónica ha entrado de una manera épica en la maternidad, y las primeras semanas de vida de Cayetana son diferentes a las de los bebés que nacieron antes del confinamiento. «La relación con los médicos es telefónica y no salimos ni para pesarla. Hemos comprado una báscula y lo hacemos todo en casa», dice. Pero lo que más le duele es que ni su padre, ni sus hermanos conocen a la pequeña. «Es la mayor pena que tengo. Mi abuela, que tiene 94 años, tampoco ha visto a la niña. Solo en las fotos y en los videos que mandamos cada día».

A la pequeña Julia Nazaret (imagen inferior) sus abuelos maternos la conocieron por el balcón. La niña vino al mundo el 2 de abril en el Hospital La Plana de Vila-real y es la tercera del matrimonio formado por Juan Gimeno y Nazaret Albar. Viven en les Alqueries y tienen otros dos niños: Juan, de 11 años, y Pere, de 6. «Fue un parto normal, al que yo asistí y lo único que pedimos, dado que todo salió perfectamente, es poder irnos a casa lo antes posible. Solo estuvimos un día en el hospital», explica Juan, que trabaja en una empresa cerámica de Vila-real.

Aunque viven en les Alqueries, los abuelos maternos de la pequeña Julia Nazaret residen en Vila-real. «Cuando salimos del hospital lo primero que hicimos fui ir a Vila-real. Aparcamos un momento el coche frente a la casa en la que viven mis suegros y ellos salieron al balcón a conocer a su nieta. Fue un mar de lágrimas», narra Juan.

Los otros abuelos de la recién nacida habitan en les Alqueries, muy cerca del domicilio de Juan y Nazaret. «Ven a la niña a través de la ventana y el resto de la familia todavía no la conoce. Ni mis tías ni las hermanas de mi mujer», explica Juan, que añade que decidieron poner a la pequeña el nombre de Nazaret en honor a la patronal del pueblo de Jaen donde nacieron sus abuelos maternos. «Es una manera de agradecer a la virgen que, pese a las circunstancias actuales, todo ha salido bien. Esto acabará algún día y podremos reunirnos toda la familia y celebrar a lo grande el nacimiento de la niña», añade.

Alegría en la Mata

En la Mata no andan muy sobrados de nacimientos, por eso que Alma haya venido al mundo es una alegría, y de las grandes. La bebé, segunda hija del matrimonio formado por Delfín Náger y María Balfagón, nació el pasado día 10 y lo hizo en el hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime de Castelló. «Todo salió bien. Fue un parto normal y yo pude estar ahí en todo momento», explica Delfín, administrativo de 37 años.

Apenas estuvieron 48 horas en el hospital, pero lo que más impresionó a Delfín fue el silencio y la tranquilidad que reinaba en el centro sanitario. «Normalmente la planta de Maternidad está llena de ramos de flores y es un ir y venir de gente. Los días que nosotros estuvimos ni había flores ni gente». Y tras dejar el hospital, el primer destino fue Cantavieja, donde viven los padres de María. «Vieron a la niña 10 ó 15 minutos. No más», describe Delfín mientras explica que Loma, su otra hija de tan solo 18 meses, está loca de contenta con su hermana.

Un diario para Claudia

Si la pandemia solo fuera un mal sueño, el día que nació Claudia toda la provincia hubiera estado comiendo la mona. Porque la niña, la primera del matrimonio integrado por Nuria Barberá e Ignacio Palau, llegó al mundo el pasado lunes. Lo hizo puntual y en el hospital comarcal de Vinaròs. «Ese día no nació nadie más, así que estuvimos solos en el área de Maternidad», narra Nuria que explica también que en ningún momento tuvieron miedo al contagio. «En todo momento nos explicaron que los enfermos de covid-19 estaban aislados en otra zona del centro y el personal nos transmitió bastante tranquilidad y se portó genial con nosotros».

Nuria e Ignacio residen en Benicarló y desde el primer instante tuvieron claro que los primeros días de Claudia iban a ser muy diferentes. «Estábamos mentalizados de que la familia no podría venir a conocer a la niña. Y así ha sido. Estamos encerrados en casa y solo nosotros dos la hemos podido tener en brazos y darle besos. Da mucha pena, pero es la realidad. Hay momentos de bajón», reconoce.

Claudia ha nacido en medio de un estado de alerta y, por eso, es singular. Como también lo son todos aquellos bebés que han llegado al mundo en las últimas cinco semanas. Por eso Nuria, la mamá de Claudia, escribe un diario. Lo hace para que un día, cuando la niña crezca, pueda leerle todo lo que ocurrió, vivió y sintió durante sus primeras semanas de vida. «Esta generación será muy especial y lo será pasa siempre», resume Nuria. Porque, pese a todo y contra todo, la vida siempre encuentra el modo de abrirse camino. Esa es su magia.