El límite entre municipios puede ser una línea un tanto difusa. Los más mayores suelen ser los que conocen con más precisión dónde está la que popularmente se conoce en muchos pueblos como la ratlla que separa un término de otro, pero la mayoría podrían indicar una zona aproximada, sin demasiada exactitud. Una cuestión que en condiciones normales no tendría mayor trascendencia --salvo claro está por lo que respecta a competencias a la hora de necesitar la intervención de un Ayuntamiento o delimitar propiedades-- pero en los tiempos que corren, esa frontera dibujada en los mapas cobra especial importancia, porque uno no puede pasear ni hacer deporte más allá de su localidad; la indicación es clara. Aun así, no faltan los que desconocen o hacen como que ignoran dónde acaba el territorio propio y dónde el ajeno, para campar con algo más de libertad.

La Vall d’Uixó y Alfondeguilla están unidas desde hace un tiempo por un paseo peatonal. Una infraestructura curiosamente muy reivindicada, pero que desde que el Gobierno permitió salir a caminar o practicar deporte con ciertas restricciones, se ha convertido en un imprevisto inconveniente, para unos más que para otros.

Y es que, más por parte de los vecinos de la ciudad que de los del pueblo, la barrera ha quedado un tanto difusa. No han sido pocos los residentes de Alfondeguilla que han detectado desde el primer día que personas empadronadas en la Vall traspasan la frontera política que les separa. Un gesto que podría considerarse, según los casos, un descuido, pero también una imprudencia intencionada. En cualquiera de las dos posibilidades genera inquietud y cierto malestar, porque como destacan quienes asisten a esta sobrevenida circunstancia «las normas son las mismas para todos y no es justo que unos hagamos por cumplirlas y otros no».

En el Ayuntamiento de la Alfondeguilla encontraron la solución para eliminar cualquier duda al respecto: colocar unos letreros informativos en el punto exacto en el que uno pasa de estar en este pueblo para encontrarse en el vecino y viceversa, de manera que quienes aparezcan en el lado que no les corresponde son plenamente conscientes de que están incumpliendo la ley.

El caso es que el citado indicativo habrá persuadido a algunos, pero en Alfondeguilla confirman que siguen encontrándose con gente que desoye las restricciones y corre a su libre albedrío, aunque asumiendo el riesgo de que las autoridades les den el alto y les impongan la consiguiente sanción.

Más vigilancia

De hecho, en el consistorio valldeuxense confirmaron que la Policía Local realiza controles «en especial en las horas de salir a practicar deporte», para evitar que se produzca esta circunstancia, y también se ve circular a alguna patrulla de la Guardia Civil por la zona. Además, los propios vecinos de Alfondeguilla en más de una ocasión advierten a los infractores; algunos atienden, otros hacen oídos sordos.

«Con la de término municipal que tienen en la Vall», resalta una de las testigos consultadas. Y es que, por absurdas que uno pueda considerar algunas restricciones --pues está autorizado ir a un bar de Alfondeguilla a tomarse un café, pero no pasar a ese término municipal si se va paseando o practicando deporte--, la restricción es la que es.

Lo más relevante sería recordar que, aunque hemos recuperado cierta libertad, el estado de alarma permanece y con él sus prohibiciones explícitas.

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