Tanto desde el punto de vista académico como emocional, los cambios de ciclo marcan la vida de los estudiantes en mayor o menor medida dependiendo de su edad. El paso a Primaria, Secundaria, Bachiller o a la universidad, así como el momento de acabar los estudios para afrontar una vida profesional, es trascendente desde el punto de vista personal, y las restricciones sanitarias provocadas por la covid-19 lo han transformado todo hasta el punto de dar al traste con cualquier posibilidad de afrontar el tránsito con la carga emocional que caracteriza a estos cambios.

Graduaciones, viajes, orlas, jornadas de puertas abiertas, actos de bienvenida... Citas que hasta ahora formaban parte de la vida educativa y que se creían imprescindibles, si no han desaparecido han quedado reducidas a la mínima expresión.

Especial incidencia han tenido las exigencias de distanciamiento social para los actos de graduación. Hace unos días, por ejemplo, en el IES Llop i Broch de Vila-real convocaron a sus alumnos de Bachiller en el gimnasio, en grupos de veinte, para entregarles las notas y la orla, que han realizado de manera virtual. «Faltó calor humano», asegura la directora, Lucía Adsuara, «les faltó la fiesta y quedó todo muy gris».

Porque esos estudiantes en pocos días van a enfrentarse a la más atípica prueba de acceso a la universidad, que ha obligado a los centros a adaptarse a marchas forzadas porque serán la sede de estos exámenes. «Hay mucha indecisión e impotencia», afirma Adsuara. Critica que «no preguntan ni piden opinión, porque cada centro tiene su casuística y llega un momento en el que no sabes cómo transmitir las instrucciones a las familias».

Nuevos alumnos

Con todo, los institutos están haciendo el esfuerzo que requiere cerrar un curso e iniciar otro con una carpeta llena de interrogantes. En el Llop i Broch, el próximo mes de septiembre recibirán a 176 nuevos alumnos solo de primero de ESO, con los que no podrán mantener apenas contacto. Niños y niñas que no han podido conocer el que será su instituto para hacer el tránsito más fluido. Desde el punto de vista social, Adsuara explica que tanto los estudiantes que van a pasar a la universidad como los que van a hacerlo a Bachiller «estaban ya gestionando viajes, nacionales e internacionales». También tenían reserva en restaurantes, que han quedado en nada.

En cuanto a las graduaciones, no ha habido más inconveniente que el disgusto generalizado por no poder despedirse como les habría gustado. Harina de otro costal es el de los viajes. Beatriz Esteban, madre de Adrià, un alumno de 6º de Primaria del CEIP José Alba de la Vilavella, explica que ya tenían contratada una visita a Madrid por la que habían pagado una primera cuota de la que «nos han dicho que solo van a devolvernos la mitad. Nos harán un bono, que seguro que nadie va a utilizar porque se trataba de que fueran todos los niños juntos, y si no lo gastamos en un año, lo devolverán». Experiencias iguales o muy similares se repiten a lo largo y ancho del territorio.

María Albert, alumna de segundo de Bachiller que espera poder estudiar Arquitectura a partir de septiembre, había comprado junto a unas compañeras billetes de avión para celebrar el cierre de esta etapa de sus vidas en Italia. El coste del primer vuelo, que salía el día 16 de junio, lo han recuperado. Pero el de la vuelta, previsto para el día 23, «como ya no estamos en estado de alarma, la compañía ha dicho que va a salir y no tendremos derecho a recuperar el dinero».

Alumna del colegio de la Consolación de Castelló, explica que otros compañeros habían contratado un crucero «del que habían pagado ya la mitad». Están esperando que les reintegren el adelanto. Lo que nadie les devolverá será esta época de sus vidas. En eso incide María. «Muchos ya no volveremos a estar juntos a partir de ahora. Estábamos esperando todo el curso para graduarnos y compartirlo». Aunque no lo dan todo por perdido, son conscientes de que «este verano no hay seguridad de que se pueda hacer algo, a lo mejor una cena más adelante», especula sin garantías.

Precisamente ayer, la empresa Unicampus, organizadora de un viaje combinado de fin de curso a Mallorca que afecta a más de mil estudiantes de la Comunitat Valenciana, aseguró que reembolsará a los afectados el dinero abonado, 305 euros por persona, en el plazo de un año.

Experiencia perdida

Marta Oliver, universitaria de Nules que ha tenido la suerte de encontrar trabajo donde realizó solo dos meses de prácticas de los cuatro que tenía previsto, asegura que sus mejores amigos están en la universidad y que con este largo paréntesis «he tenido la sensación de que me robaban el último cuatrimestre» en un momento de su vida importante, porque dejan de ser estudiantes para entrar en la vida adulta.

Crecer supone afrontar cambios. Entre los más radicales está el del paso del colegio al instituto, en especial desde que los niños abandonan a los 12 años los centros que les han visto crecer. Beatriz Esteban, vecina de Moncofa, vive con preocupación la llegada al instituto de su segundo hijo, Adrià. «No estamos preparados tecnológicamente para que esto se alargue», afirma. En su caso, con otro hijo que ha acabado 4º de ESO, «con un ordenador hemos tenido que apañarnos tres personas». Aunque lo que complica las ya de por sí difíciles circunstancias es que «cada dos por tres lo van cambiando todo», como el proceso de admisión de unos niños «que no han visto el instituto, pero tenemos claro que no hay alternativas, es lo que les toca vivir».

Especial empeño están poniendo en los colegios por facilitar la escalada que puede suponer para muchos la Secundaria. Juan Escobar, director de la Asunción de la Vall d’Uixó, explica que «la coordinación con el IES para hacer la transición ha sido toda telemática». Cada curso se produce un traspaso de información «académica y social de los alumnos de sexto que este año ha adquirido una importancia especial».

Hasta septiembre

En cuanto al aspecto más social, «en el momento en el que hemos tenido permiso para convocarlos presencialmente en grupos reducidos, hemos hecho la video-orla y la foto individual con normalidad». En cuanto al acto de graduación «lo aplazamos a septiembre, esperando que las autoridades sanitarias y educativas permitan realizarlo y poder poner un punto y final a este curso histórico».

En algunos casos, los colegios han querido salvar la distancia con ingenio. Así sucedió en el Virgen del Carmen de Onda, donde se organizó un acto de graduación virtual de los niños de P-5 que empezarán Primaria el próximo curso. «Ha sido emotivo», explica Carmen Centelles, madre de Carolina --una de las alumnas-- y maestra del centro. «Vi a mis compañeros y conocí a mi maestra nueva», explicaba la propia Carolina.