De Castelló al Grau, ximpúm, tracatrà... La popular letra de la canción conocida por cualquier hijo de vecino en la terreta tiene a Almassora y no al Grau como protagonista, pero quién sabe si hace hoy justo 100 años algún castellonense la tarareó en el trayecto que conectaba por vez primera en autobús la capital de la Plana con su distrito marítimo.

Las anécdotas de la conexión durante este centenario son múltiples, y a buen seguro más de un lector tendrá la suya propia. En este artículo descubriremos cronológicamente algunas de las más conocidas y otras que quizá no lo sean tanto gracias a la aportación de Pablo Marco, doctor en Historia especialista en Transporte y profesor de la UJI y la UNED. “Hasta que llegó este autobús, Castelló vivía casi de espaldas al mar. Una vez se implantó el servicio fueron muchísimos los que lo usaron para ir a la playa en verano y durante el resto del año también fueron muchos los graueros que iban a Castelló a trabajar, así como los castellonenses que iban al Grau a comprar pescado, que después vendían en las pescaderías”, recuerda Marco, que apostilla la cita con una nota de humor: “Quizá en esos primeros momentos el olor del bus a causa del pescado era bastante peculiar...”.

Sustituyó a La Panderola

El autobús entró en funcionamiento para complementar el servicio que realizaba desde 1888 la mítica y obsoleta Panderola. El 19 de julio de 1920 se completaron los primeros servicios entre Castelló y el Grau. En un primer momento eran varias las compañías que cubrían la línea, entre los que se encontraba Soler Oliva, que al final se quedaría como único operador en 1925. Pese al éxito que tuvo desde su puesta en marcha, el servicio no estaba tan organizado como en la actualidad y tenía una frecuencia aproximada de una hora, saliendo desde Borrull y llegando hasta el actual Turcosa.

En la siguiente década, 1930, ya se había prolongado la línea hasta el Pinar e incorporado un nuevo operador, Manuel Garrido Salado, permitiendo que salieran los buses cada media hora. Los precios del billete eran de 0,2 pesetas al Grau, 0,3 a la playa y existía el suplemento nocturno de 0,15 pesetas, pues este servicio se implantó durante el verano del 1930. Dos años más tarde, tras una protesta de la empresa de la Panderola se suspendió el servicio dos días y las protestas de los usuarios obligaron a restablecerlo.

El marinero borracho

Haciendo un impasse a esta cronología y entrando brevemente en la crónica de sucesos, destacar dos incidentes que no pasaron desapercibidos en la época. En 1926, un marinero noruego con unas copas de más arrebató el volante al conductor, estampando el vehículo contra un árbol en el Camí de la Donació. Por fortuna no hubo que lamentar daños personales, a diferencia de lo ocurrido en 1939, cuando una joven de 16 años perdió su brazo. En Mediterráneo se podía leer lo siguiente al respecto de este triste siniestro: “La desgraciada muchacha apoyó su brazo en el quicio de la ventanilla llevando el codo fuera, debido de lo cual al cruzarse los coches recibió un golpe de tal fuerza que le seccionó el brazo izquierdo que fue a parar al otro auto, cayendo en las faldas de una señora, que al advertir lo ocurrido se desmayó”.

Durante la Guerra Civil se colectivizó la empresa Soler y se mantuvo el servicio con restricciones hasta la llegada del frente. Cuando finalizó la contienda eran apreciables los destrozos de los autobuses o la falta de combustibles, lo que obligó a reducir servicios.

Ya en 1960, la empresa HIFE absorbe a Soler y comienza a explotar la línea con una frecuencia de media hora y un precio de 1 peseta por viaje. Un año más tarde se inauguraron los trolebuses, compartiendo trayecto desde Castelló hasta el Grau el autobús, el trolebús y la Panderola, que completa su último viaje en el año 1963.

En 1965 la cifra de viajeros alcanzó la nada desdeñable cifra de 1.856.273 y un año después la concesión se transfiere a Hicid, que la mantiene hasta el día de hoy.

El número de pasajeros descendió notablemente tras la llegada del TRAM al Grau. En 2006 fueron 1.434.561 los billetes vendidos, por los 1.242.317 del 2010 y en el 2014, cuando el TRAM alcanzó al distrito marítimo, la cifra bajó a 319.372. El pasado 2019 el número subió, eso sí, hasta los 657.648.

Otra fecha importante se da en 1986, cuando la línea se transfiere del Ministerio a Conselleria, que mantiene la supervisión pese a la reivindicación del Ayuntamiento. Destacar por último como curiosidad la gratuidad del servicio desde 1990 hasta 1996. Un servicio que hoy sopla la friolera de 100 velas. Y que cumpla muchos más.