La música de banda cruza uno de los veranos más duros de su historia. Tras la cancelación de los actos culturales el pasado marzo por la irrupción del covid, especialmente en plena temporada con la suspensión de la Magdalena en Castellón, a las charangas y orquestas que animan las fiestas patronales de pueblos y ciudades no les queda otra más que aguantar el tipo en la crisis que tumbó sus planes o, en el mejor de los casos, los pospuso, pero siempre con la incertidumbre en el horizonte.

La provincia cuenta con 81 sociedades musicales y más de un centenar de charangas, sello de los festejos populares de la Magdalena, la Virgen de Gràcia de Vila-real, Santa Cecilia, la Fira de Vilafranca, Sant Pere de Orpesa o Santo Tomás de Benicàssim, dando muchas de ellas por terminada la temporada al verse obligadas a quedarse en casa y entrenar para el próximo verano.

El p ortavoz de la charanga La Bomba Show (ganadora de tres premios en el Concurso Nacional de Charangas de Sotrondio), Joel Muñoz, asegura desconocer el futuro de la formación. «Nos cancelaron todo desde marzo por el covid. El único bolo que mantenemos es el de las fiestas de Zaragoza, en octubre, pero la cosa pinta mal y supongo que habrá que esperar a que se reactive todo», manifiesta.

Al berto Gómez, presidente de la Unión Musical Santa Cecilia de Xilxes, considera que este 2020 asienta «un cambio radical» para las bandas, que sufren el peligro de que la ciudadanía se desenganche. «Atamos unos 25 actos variados; conciertos, pasacalles, todos cancelados. La conexión que se crea con el público es admirable y ahora que nos han cortado la actividad, da miedo romper lo conseguido durante todo este tiempo», sentencia.

La presidenta de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (Fsmcv), Daniela González, asegura que algunas agrupaciones se han puesto en marcha cumpliendo las medidas sanitarias, pero resulta muy complicado mantener los ensayos en los formatos habituales. «Las bandas se están reinventando y ajustando a la dura realidad, pero si hubiese una segunda oleada de contagios las consecuencias serían muy graves para estas sociedades y arrastrarían el problema a las escuelas de música, que ya contarán este año con menos alumnos», puntualiza, al tiempo que agradece a la Diputación de Castellón la partida de 100.000 € para el colectivo.

Tras entrevistar a varias orquestas, agrupaciones y charangas de la provincia, algunas de las peticiones que arrojan en común pasan por la falta de espacios aclimatados para los ensayos, así como la elaboración de un plan conjunto. «Los ayuntamientos de la provincia deben arrimar el hombro y habilitar espacios públicos, como pistas polideportivas o un campo de fútbol, sino practicar se complica», declara Gómez.

Por su parte, representantes del sector coinciden en la necesidad de crear un plan de coordinación conjunta que oxigene a estas agrupaciones, declaradas bien de interés cultural. «Somos un equipo con 50 músicos mínimo, por lo que nos dividimos en grupos de 10 ó 20 para ensayar. Tenemos un protocolo interno anticovid, pero no sabemos nada oficial de cómo retomar el circuito», afirma Gómez, que añade que sacan fuerzas de donde pueden «para que no decaiga del todo», porque el día que vuelva la normalidad, una vez superado el virus, «las calles resonarán con más fuerza que nunca». H