ELENA SALES, ES INDUMENTARIA FALLERA (BURRIANA)

El covid se ha cebado con los establecimientos comerciales que se alimentan directa o indirectamente de las Fallas como es el caso de ES Indumentaria, en Burriana, que ha tenido que bajar la persiana ante la previsible falta de encargos, ya que muchas falleras repetirán en su cargo y reutilizarán el atuendo de 2020. Su propietaria, Elena Sales declara que «cerré la tienda en agosto porque soy de las que creo que no habrá Fallas en 2021 y no podía seguir asumiendo los gastos que comportaba tener abierta la tienda». Alquiler, luz, agua, seguros…un suma y sigue que le llevó a la clausura. «Las ventas cayeron drásticamente, ya que entre mayo y agosto apenas vendí dos telas». Aún así, conserva la esperanza de retomar la actividad

BEGOÑA CORTÉS, ARMAS DE MUJER (CASTELLÓ)

La crisis sanitaria y económica no ha sido motivo suficiente para que Begoña Cortés renunciara a su idea de montar una tienda de tallas grandes en Castelló. El día 10 abrió sus puertas Armas de Mujer, en plena Puerta del Sol. «Estoy muy contenta, la gente está reaccionado súper bien», explica. Y es que lo que le empujó a iniciar este negocio es la idea de que «seguimos teniendo las mismas necesidades pese a la pandemia, sobre todo en lo que yo vendo, que es talla grande. En Castelló hemos descuidado mucho a este colectivo», explica la empresaria, nacida en San Sebastián pero castellonense de adopción. «Mi pareja tenía mucho miedo, pero yo lo tenía muy claro. Miedo ninguno. Regenté dos tiendas en Gandia y conocía el mercado. Yo mismo llevo una talla grande y sabía el enfoque que quería dar», explica. En definitiva, una optimista en tiempos de covid. «Yo veo a la gente animada para comprar y llevar una vida normal», remata.

ALBERTO CARLES, L'ESPILL DE LA NOVIA (CASTELLÓ)

«La calle da pena», sentencia Alberto Carles, quien desde hace casi seis años regenta L’espill de la novia en la calle Alloza de Castelló. El coronavirus ha impactado de lleno en su negocio, ya que las bodas se han suspendido de forma mayoritaria. «Es un año perdido. La campaña empieza a partir de marzo, y abril, mayo y junio son los meses fuertes. Tenemos la colección completa sin vender», detalla. Ante esta situación está potenciando otro tipo de prendas, pero considera que «si no se reactiva la actividad, el año que viene va a ser muy complicado». Y agradece la línea de ayudas anunciada por el Ayuntamiento, pero las considera insuficientes. «Bienvenidas sean, pero la verdad es que esto solo lo va a solucionar una vacuna», explica.