Se llamaba CUC y no era un gusano. Nada que ver a ese animal blando, alargado y sin extremidades que acaba convirtiéndose en mariposa. Porque para todos los que en Castellón han alcanzado cierta edad, el CUC es el Colegio Universitario, ese centro con el que empezó a escribirse la historia de los estudios superiores en la provincia. Por sus aulas pasaron cientos de jóvenes estudiantes que con el tiempo se convertirían en químicos, profesores de historia y de filosofía o abogados. Seguramente muchos de ellos jamás hubieran podido estudiar una carrera de no ser porque ya no necesitaban subirse a un autobús o coger el tren para irse a Valencia, Barcelona o Madrid. Podían hacerlo en Castellón y aquel hecho, además de democratizar los estudios universitarios y abrirlos a familias menos pudientes, contribuyó a la modernización de la provincia y allanó el camino para el nacimiento de la Jaume I.

El CUC ha cumplido 50 años y para conmemorarlo, la UJI ha organizado una exposición en el Menador que recorre los principales hitos de un centro que siempre estuvo en la cuerda floja. Y todo por la falta de recursos económicos. «El Colegio Universitario salió adelante porque todos los estamentos sociales, políticos y económicos de Castellón trabajaron conjuntamente para que así fuera. Sin ese esfuerzo, seguramente hubiera desaparecido», resume José Pitarch, arquitecto y comisario de la exposición '50 anys del CUC, els fonaments de la nostra universitat'.

José María Arquimbau, exdirector de RNE en Castellón, es una de las personas que mejor conocen la historia del CUC. Autor del libro' El Colegio Universitario de Castellón' asegura que el centro nació, en parte, porque la Universidad de Valencia estaba masificada. «En aquella época el alcalde de Valencia pensó que Castellón podía ser el destino de algunos estudios universitarios. Pero fue en 1966, tras la toma de posesión de Fernando Pérez de Sevilla como gobernador civil de la provincia cuando la idea empezó a tomar forma. Pérez de Sevilla fue fundamental para la creación del CUC», explica el periodista.

Todos con el CUC.

El Castellón de finales de los sesenta en poco se parecía al de décadas atrás. En unos años, la capital había pasado de tener poco más de 53.000 habitantes a superar los 90.000. La economía de la provincia ya no dependía solo de la naranja. La cerámica empezaba a sacar pecho y la llegada de la refinería al Grao impulsó el desarrollo de la capital. Y toda la ciudad se volcó para hacer posible el sueño de tener un Colegio Universitario. El periódico 'Mediterráneo' y las emisoras de radio hicieron una fuerte campaña a favor del CUC y hasta el Consell Sindical Provincial, que representaba a trabajadores y empresas, envió una carta al Ministerio donde manifestaba el deseo de que el centro empezara a funcionar en el curso 1969-1970. Castellón no podía esperar más.

Aquellos deseos se hicieron muy pronto realidad y el CUC echó a andar el 14 de octubre de 1969. Lo hizo en las instalaciones del Seminario Mater Dei (inaugurado tres años antes), con un presupuesto de 9,2 millones de pesetas costeado mayoritariamente por el Ayuntamiento y la Diputación y 106 alumnos matriculados: 85 en Letras y 25 en Ciencias.

Ramón Rodríguez Culebras, José Luis Aguirre (ejercía las funciones de director), Mari Cruz Ferrer, José María Mulet Ortiz o Vicente Sanz de Bremond fueron algunos de los profesores que impartieron clase durante aquel primer año del CUC. Poco a poco se fueron incorporando Teófilo Sanfeliu, José Querada, Beningo Cifuentes, Salvador Cabedo, Antonio José Gascó Sidro o Agustín Escardino.

Cabedo empezó a formar parte del claustro en 1975 y fue el último director del CUC, cargo que desempeñó entre 1989 y 1991. «Todos los que formamos parte del CUC le pusimos mucho valor porque creíamos que Castellón debía tener estudios universitarios. Y eso que crisis hubo muchas», recuerda el profesor que se queda con la estrecha relación que había entre docentes y estudiantes. «Los problemas de financiación, que los hubo y grandes, procuramos que nunca llegaran al alumnado. La calidad de la enseñanza era muy buena y cuando se marchaban del CUC lo hacían con una gran preparación», cuenta.

El dinero, el gran problema

Pese a que la voluntad unánime era sacar adelante el proyecto, aquellos primeros años del Colegio Universitario fueron todo menos un camino de rosas. No había dinero y ni la Universidad de Valencia ni el Ministerio de Educación querían hacerse cargo de los gastos. Y eso que las reivindicaciones de personas como Vicente Petit (en aquellos años presidente del Patronato), Vicente Farnós o Agustín Escardino fueron constantes. Y mientras, la Diputación hacía lo que podía. En el curso 1976-1977, cuando las deudas superaban los 15 millones de pesetas, el agujero parecía insostenible. Tanto que muchos llegaron a pensar que la historia del CUC estaba a punto de escribir su final.

Con la aprobación, en marzo del 1978, del régimen preautonómico de la Comunitat Valenciana el destino de CUC empezó a cambiar, dado que la educación fue transferida al Gobierno de la Generalitat. Solo un año después, el Consell de José Luis Albiñana firmaba la integración del Colegio Universitario de Castelló en la Universidad de Valencia.

Los problemas económicos parecían resueltos y el CUCse hacía cada vez más grande. Y encima ocupaba unas instalaciones de la Diócesis Segorbe-Castellón por las que tenía que pagar un alquiler. Había que ir pensando en buscar una sede propia y, tras descartar ubicaciones como la finca de Borera, en la avenida Valencia, o el polígono de Rafalafena, finalmente se optó por un terreno de 63.264 metros cuadrados junto a la carretera de Borriol. La nueva sede del CUC se inauguró tras las vacaciones de la Magdalena de 1982 y el curso siguiente empezó con más de 1.000 alumnos, de los que 300 estudiaban la carrera de Derecho. En octubre de 1987 se acabó el segundo edificio del campus.

El último curso del CUC fue el de 1990-91. «En el transcurso de ese año académico les Corts Valencianes aprobaron la creación de la UJI». recuerda Arquimbau. Una Universidad que, seguramente, no hubiera llegado a Castellón de no ser por el CUC. «La Universidad se crea porque hay hueso. Desde el minuto uno la UJI fue reconocida y el secreto estaba en que partía una base sólida», apunta Salvador de Cabedo, que recalca que Francesc Michavilla se rodeó de un equipo de profesores que, mayoritariamente, formaron parte del claustro del Colegio Universitario. El CUC hizo posible la UJI y este nació gracias al consenso social y político de toda una provincia