Rosana Lorenzo lleva ocho años trabajando en la ONCE, estando los tres últimos en el quiosco situado en la avenida Rey don Jaime de Castelló. Dejando al margen su discapacidad visual y las dificultades añadidas por la pandemia del coronavirus, esta burrianense solo pide una cosa: que dejen de verter voluminosos en el quiosco que regenta; unos obstáculos que le impiden abrir el establecimiento. “Me ha pasado ya tres o cuatro veces este último mes. Tengo que llamar a la policía porque como no veo casi nada si me pongo a quitar yo los muebles puedo hacerme una maleza”, lamenta.

La vendedora de cupones entra a trabajar cada día a las 7.00 horas para poder abrir al público este quiosco de la ONCE a las 7.30, pero en más ocasiones de las que le gustaría no puede ser puntual para sus clientes por el incivismo de algunos ciudadanos que ‘confunden’ el punto de venta con un vertedero. “No sé por qué se repite esta situación tan a menudo. He llamado al Ayuntamiento y me dicen que es un problema de conciencia cívica, pero en el pasaje hay una cámara de vigilancia municipal y sería fácil identificar a los infractores”, destaca Rosana.

La vendedora de cupones recuerda que en una ocasión llegaron a dejarle “hasta una moto tirada junto al quiosco”. La burrianense afirma que “es habitual que en la zona haya reformas en viviendas particulares y comercios”, por lo que espera que esta denuncia sirve para que los infractores se lo piensen dos veces a la hora de perpetrar estas acciones punibles legal y éticamente, y respeten a las personas que solo piden realizar su trabajo sin más obstáculos de los que ya deben superar por sí solos.