L a mayoría tiene estudios superiores, varios másteres y algunos incluso se han formado en el extranjero. Las 65.000 personas que en Castellón nacieron entre 1985 y 1995 forman parte de la generación más y mejor preparada, pero dos crisis en menos de diez años se han cebado con ellos. La del 2008 llegó cuando muchos buscaban su primer empleo. Ahora, y cuando la situación empezaba a mejorar, es el covid el que frustra sus planes y expectativas de vida. Por eso muchos les llaman la generación de la doble crisis, los grandes perdedores del coronavirus.

Aunque el covid y su correlato económico han afectado a toda la población, para los jóvenes de Castellón ha supuesto un vendaval. Son muy conscientes de que vivirán peor que sus padres y que no lo van a tener fácil para conseguir un empleo estable y con una remuneración que les dé para comprar una casa o pagar el alquiler. Y los datos demuestran que la crisis se está cebando con ellos. El paro juvenil en la provincia se encuentra en los niveles más altos de los últimos cinco años y muchos de los que tienen la suerte de trabajar lo hacen a tiempo parcial, con salarios que rondan los 500 ó 600 euros al mes. «Incertidumbre, ansiedad, angustia.... este es el estado de ánimo de los jóvenes de Castellón. Se suponen que somos el futuro, los que tenemos que levantar la economía, pero la realidad es que no nos lo están poniendo nada fácil», resume María Robledillo, portavoz de Juventud del UGT en Castellón y en la Comunitat.

Que las consecuencias económicas de la pandemia están precarizando aún más la vida de quienes tienen entre 20 y 30 años es algo que reflejan las últimas cifras del Ministerio de Trabajo. En estos momentos, 9.269 jóvenes de Castellón están inscritos como demandantes de empleo, un 25% más que hace justo un año, cuando el número era de 7.409. Pero es que, además, se trata de la cifra más alta de los últimos cinco años. Hay que remontarse a finales del 2015, cuando la cifra de demandantes era de 9.348, para encontrar un número tan alto de jóvenes fuera del mercado laboral.

La pandemia ha convertido el paro juvenil en una emergencia nacional y el colectivo reclama una especie de plan de rescate. «Es cierto que tenemos más ayudas que antes, pero los jóvenes necesitamos que se nos tome más en serio. Queremos que se analice bien la problemática juvenil y que se busquen las soluciones necesarias a todos los problemas que tenemos», apunta María Robledillo.

Hay jóvenes a los que la crisis ha cortado de raíz las posibilidades de encontrar un trabajo de calidad y hay otros que sí tienen un empleo pero que apenas les sirve para ir tirando. «Se habla mucho de paro juvenil y muy poco de aquellos jóvenes que, aún trabajando, continúan necesitando a sus padres para salir adelante. Y la explicación a este hecho radica en que una gran parte de los contratos que se les ofrece son por horas», describe la portavoz de UGT.

Trabajos a tiempo parcial, los fines de semanas o en periodos vacacionales... todos esos factores explican por qué los jóvenes de Castellón ganan, de media, menos dinero que hace diez años. Así, mientras que el salario medio en la provincia se sitúa en 19.281 euros, entre el colectivo joven la cifra se queda en tan solo 7.439, algo más de 500 euros menos que una década atrás (el dato incluye a quienes trabajan a tiempo completo, pero también por horas o incluso solo unos meses al año).

Pero no todo es tan oscuro. La generación más preparada de la historia, y la más precaria desde el punto de vista laboral, es también la más solidaria. Y la más ecológica. Y eso que en los últimos meses, sobre todo en verano, se han sentido estigmatizados. «Nos responsabilizaron de la mayoría de los contagios y casi les faltó llamarnos asesinos. Eso fue totalmente injusto y nos colgaron una etiqueta que en nada corresponde con la realidad», apunta María Robledillo. Y como muchos de su generación, María cree que la crisis va para largo. Aunque son un colectivo maduro y dispuesto a salir adelante. H