Hay un viejo refrán que dice que el miedo guarda la viña. Quizás por eso, porque casi nadie se atreve a predecir qué será de su negocio dentro dos o tres meses o si su empresa volverá a recurrir a la fórmula del ERTE, las familias de Castellón miran a los depósitos bancarios como el mejor refugio en el que cobijarse. Nunca como hasta ahora habían tenido tanto dinero en el banco: 14.226 millones de euros, un 5,3% más que hace justo un año y 526 millones más que a finales del pasado mes de marzo, cuando el Gobierno decretó el primer estado de alarma. Es como si cada día los hogares de la provincia hubieran metido en la hucha 2,9 millones de euros.

El dinero está dormido y para los expertos la explicación está en el cambio de hábitos que ha traído el covid-19. Lo sabe bien Julia Vicente. Desde que estalló la pandemia, esta administrativa de Castelló combina el teletrabajo con las tareas presenciales. Y, claro, los días que se queda en casa ahorra en gasolina, no desayuna en el bar que hay justo enfrente de su oficina, ni gasta en maquillaje o perfume. Hace tiempo, dice, que no compra ropa y apenas va a la peluquería. Y por el miedo al contagio (Julia vive con su madre octogenaria) ha dejado de ir al cine o a los conciertos y puede contar con los dedos de las manos las veces que ha quedado con sus amigos para cenar en un restaurante. Todo ese dinero que Julia no ha gastado, pese a que todos los meses su empresa le ha pagado la nómina, ha acabado en la hucha del banco. El suyo y el de la mayoría de las familias de Castellón. «¿Qué si tengo más ahorros que nunca? Pues igual sí. Desde luego, de lo que estoy segura es que gasto mucho menos que antes del covid», dice.

Muchas familias no gastan (o lo hacen en menor porcentaje) por las restricciones y la incertidumbre. Otras, como aquellas que están al frente de negocios cuya facturación se ha desplomado por la crisis, porque sus ingresos les han obligado a apretarse el cinturón. Por una razón o por otra, la realidad es que el ahorro se sitúa en la provincia en un nivel sin precedentes. Ni siquiera en la anterior crisis, la del 2008, la hucha había estado tan llena de billetes.

Las familias guardan en los bancos la friolera de 14.226 millones de euros, y a esa cantidad hay que sumar los 351 millones que pertenecen a ayuntamientos y Diputación (se incluyen los remanentes de tesorería bloqueados por la ley de estabilidad financiera). Sumando las dos, el resultado son 14.577 millones, una cuantía desconocida hasta la fecha.

Y, ¿qué pasará ahora con esos 526 millones de euros que las familias de Castellón han guardado desde que estalló la pandemia a base de aplazar decisiones de compra? ¿Servirá esa demanda embalsada como palanca para reactivar el crecimiento de la economía o habrá que esperar a los efectos de la vacuna? Raymond Torres y María Jesús Fernández, economistas de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), consideran que la vacuna debilitará las dos principales fuerzas recesivas que han lastrado la actividad y, ante la perspectiva de una relajación de las restricciones, «la incertidumbre se reducirá y el comportamiento del ahorro de las familias se normalizará» al tiempo que auguran un incremento del gasto en consumo privado en 2021 equivalente a la mitad del sobreahorro provocado por la pandemia.

MÁS AHORRO QUE DEUDA

El ahorro crece y, además, las familias y empresas de Castellón tienen en los bancos más dinero del que deben. Así, tanto hogares como el segmento empresarial adeudan ahora mismo en préstamos 11.450 millones de euros o, lo que es lo mismo, 277 millones menos de los que tienen ahorrado. La cifra nada tiene que ver con lo que sucedió en el 2008, nada más estallar la crisis económica. Hace doce años, familias y empresas de Castellón debían 26.575 millones de euros en créditos y los ahorros eran de 12.022 millones.

Los bancos ya llevan varios años con el grifo del crédito mucho más abierto que en los ejercicios más duros de la recesión (entre 2009 y 2013) pero eso no impide que el volumen de préstamos haya seguido descendiendo. Y la explicación radica en que son más las operaciones que con el tiempo van siendo amortizadas que los nuevos créditos concedidos.