Los médicos de familia de Castellón advierten de que lo «peor» de esta tercera ola del coronavirus está todavía por llegar. Un pronóstico duro teniendo en cuenta la situación de saturación de los hospitales por el elevado número de personas ingresadas y el goteo incesante de casos diarios, que en algunas jornadas rozan el millar.

«La situación es muy grave, no habíamos tenido estos niveles de contagio nunca, no es comparable a la primer ola. La Atención Primaria es un claro predictor de lo que va a ocurrir en los hospitales, porque los pacientes que estamos viendo ahora pueden empeorar en unos cinco o siete días y requerir ingreso y sería a los 14 días cuando podría agravarse su estado y necesitar cuidados intensivos. Por tanto, los máximos de la ocupación hospitalaria todavía no han llegado», apunta un médico de familia que pasa consulta en un consultorio del departamento de salud de Castellón.

«Estamos atendiendo a unos 40 pacientes al día y haciendo el seguimiento de los contagiados. Al paciente que pide vernos intentamos que venga a la consulta. Nos cuesta que los ciudadanos entiendan que si se puede evitar acudir al centro de salud es mejor para evitar posibles contagios, pero algunos no lo entienden», destaca este facultativo. Y es que la Conselleria de Sanidad ha ordenado priorizar la atención no presencial, es decir, vía telefónica.

«Día a día los pacientes se nos están complicando. Estadísticamente se calcula que el 8% empeorará, pero ya hay tantos que esa es una cifra muy elevada. Por tanto, lo peor está por llegar y ya no hay sitio en los hospitales», suscribe la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, María Ángeles Medina. «Estamos desbordados, el sistema era flexible, pero las camas son las que son. El hospital más grande que hay lo conforman los domicilios de los ciudadanos que están confinados, porque algunos de ellos están al filo de ser ingresados, por lo que hacemos un seguimiento estrecho », señala.

Tensión

Y es que la presión que se vive en los centros de salud ha ido en aumento después de Navidad, lo que genera graves problemas no solo asistenciales. «Yo me encargo de tomar la temperatura y organizar las entradas al centro, por tanto, me toca el cabreo cada vez mayor de los pacientes. Sufrimos amenazas, insultos e, incluso a mi compañera la llegó a agredirla un señor que quería acceder sin que se le tomara la temperatura», denuncia una enfermera de un centro de salud de Caselló. «Aquí vemos de todo, hasta gente con síntomas que viene a preguntar qué debe hacer», explica.