La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de la investigación. Así lo han defendido personajes públicos o políticos, desde alcaldes de los municipios de Castellón hasta dirigentes provinciales, autonómicos y nacionales. Pero en cambio, las sociedades científicas y sociales siguen insistiendo para lograr más fondos para este fin, que en el 2018 supusieron un 1,8% del PIB y pretenden ahora crecer hasta el 2,1% en el 2027.

Y es que numerosos avances, desarrollados en parte con esta inversión, pero también con la dedicación y el talento de los investigadores, permiten ya en estos momentos minimizar los contagios de covid-19 en la medida de lo posible, al funcionar como mecanismos de protección o preventivos, y continuar el camino hacia el desarrollo de futuros fármacos para tratar la enfermedad en las personas que la contraigan.

Seis de estos descubrimientos, a modo de ejemplo, contribuyen a ello, y además, llevan el sello made in Castellón al surgir desde instituciones como la Universitat Jaume I o de su colaboración con algunas empresas de la provincia que se han volcado con esta labor.

Conocer cómo se comporta el virus forma parte de los primeros pasos que se han dado en materia investigadora. El grupo de Bioquímica Computacional de la UJI logró revelar la información molecular de la replicación del coronavirus, es decir, la forma en la que se expande por el cuerpo. Una información que «guía el diseño de compuestos antivirales para el tratamiento eficaz del covid-19», explica el catedrático Vicent Moliner, responsable de este estudio junto a la doctora Katarzyna Swiderek, así como de otros relacionados, por ejemplo, con procesos degenerativos como el Alzhéimer.

Asimismo, la efectividad de las medidas tomadas por las administraciones públicas, como la limitación de la movilidad para frenar los contagios, es uno de los principales quebraderos de cabeza de muchos dirigentes. Pues bien, la investigadora Nuria Oliver, quien llegó a ser nombrada comisionada para la estrategia de inteligencia artificial de la Generalitat valenciana, lidera un proyecto, con la participación de tres grupos de la UJI, que analiza la movilidad humana y el impacto de las restricciones a los desplazamientos sobre el avance del virus, además de predecir con modelos epidemiológicos la curva de casos.

Ahora bien, si algo preocupa a nivel individual en un episodio como el actual con los casos disparados es la autoprotección en el día a día para evitar contraer la enfermedad. En este campo, un estudio internacional, ejecutado entre la UJI y otro equipo científico de Brasil, demostró de forma pionera la efectividad de utilizar nanopartículas de plata y sílice para inactivar el virus en algunas superficies, lo que se tradujo a la práctica en la creación y comercialización de una película plástica para cubrir algunos materiales y, de este modo, evitar el contagio por contacto, partiendo de «la tecnología para matar bacterias y virus que ya estaba desarrollada», según explica Elson Longo, uno de los profesores responsables de dicho avance junto a Juan Andrés Bort, del laboratorio de Química Teórica y Computacional de la UJI.

También la transmisión por aire es otro de los ámbitos sobre los que se actúa. El proyecto liderado por Juana Mari Delgado explora «el desfase entre el pico de infectividad asociado a la emisión de partículas virales y la presencia de virus», detalla.

Todo esto sin dejar de lado herramientas que ya se aplican en primera línea de la prevención, como un sistema que detecta aglomeraciones a través de las conexiones a la red wifi u otro, impulsado por Facsa, que conecta los datos actuales con los obtenidos a partir de muestras de aguas residuales. Eso sí, todos con el mismo objetivo: sacar ventaja a la pandemia.