La investigadora de la Universitat Jaume I Eva Falomir, desarrolla su labor en el campo de la química orgánica. «Nos hemos especializado en la química médica, aplicada al descubrimiento de posibles nuevos fármacos. Nos centramos en buscar moléculas, pequeñas y fáciles de sintetizar en laboratorio, como alternativa a las quimioterapias actuales. Probamos esos prototipos de moléculas que hemos diseñado para ver si detienen la división de las células cancerosas y si les afecta a las que no lo son. En definitiva, hallar compuestos que puedan ser útiles y menos tóxicos en los tratamientos contra el cáncer», resume.

A su juicio, «hoy en día hay muchas chicas en ciencias, sobre todo en la parte bio. El campo de la ingeniería es claramente masculino, pero en ciencias está más equilibrado». ¿Por qué no vienen las chicas? En parte por la falta de cultura científica que hay. La falta de vocaciones científicas viene de la ESO, para mi forma de ver las cosas. La adolescencia, que es cuando los estudiantes tienen que escoger un camino, es una edad difícil, en el que tanto hombres como mujeres se dejan llevar por los demás y el pensar en que no valen para las ciencias porque son asignaturas que cuestan de entender. Apenas pisan un laboratorio y uno no puede saber que vale para algo si lo desconoce. Y creo que fallamos un poco ahí», reflexiona.

«Yo me di cuenta que me gustaban las químicas el día que entré en un laboratorio, porque escogí una optativa en 2º de BUP», refleja. Por eso, opina, «hace falta que jueguen en el laboratorio y ver que sí les gusta, tanto en hombres como mujeres».

Y luego, «la cultura de llevarlas por el camino de la femeneidad, es más por influencia de las madres y las mujeres en nuestra sociedad. Somos las que nos hacemos daño», indica.

Falomir disertará hoy sobre la bioquímica española fallecida en 2019 Margarita Salas, en una jornada en la UJI para conmemorar el Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia. «Es una de las primeras mujeres que hizo la licenciatura en Químicas en España. A la hora de entrar en un grupo de investigación para hacer su tesis doctoral nadie la quería aceptar por ser mujer. Su padre era amigo del Premio Nobel Severo Ochoa, quien le hizo una carta de recomendación, con la que la aceptaron. Tras hacer su tesis en España viajó a EEUU a hacer la estancia con Severo Ochoa. Terminó su formación como científica y logró hacerse un nombre internacional. Hizo los experimentos que determinaron el sentido como se lee el código genético , que sirvieron para ver cómo empezaba la biosíntesis de proteínas en las células». Al final vuelve a España y en el Centro Superior de Investigaciones Científicas inicia el primer grupo de investigación en el campo de la genética en España. Descubrió una enzima de un virus, un ADN polimerasa, que patentó y es la patente que más dinero ha reportado al CSIC. Los herederos de su grupo han cogido esa polimerasa y están aplicándola para hacer un test rápido similar e incluso más efectivo que la PCR del covid.