Cincuenta y seis días después de que Benilde Domingo, usuaria del centro de mayores de Burriana, se convirtiera en la primera persona de la provincia en ser vacunada, todos los residentes y trabajadores de los geriátricos han recibido ya la primera dosis y más del 70% están plenamente inmunizados. Y eso ha provocando que la mayoría de los 38 centros de mayores empiecen a ver a luz al final del túnel. Lo hacen después de un año sitiados por el covid, un virus que ha dejado 1.090 contagiados y 218 muertos.

Aunque en Castellón todavía hay 14 centros de ancianos con algún caso positivo (la Conselleria no saca a una residencia de la lista hasta que han pasado 28 días del último contagio) y la batalla todavía no está ganada, en los geriátricos aseguran que la situación en poco se parece a la de hace un mes atrás. «Estamos mejor y dentro de una o dos semanas se notará muchísimo más», apunta José María Toro, presidente de la Asociación Empresarial de Residencias y Servicios a Dependientes de la Comunitat (Aerte), que lo achaca al impacto de la vacunación, pero también al descenso de la curva epidemiológica en el conjunto del territorio valenciano. «Nuestras instalaciones son un reflejo de lo que pasa en el exterior. Y si fuera los casos de covid van a menos, también lo hacen en las residencias», añade Toro. Y, evidentemente, si hay menos contagios habrá menos muertos.

El centro de mayores Sant Bartomeu de Benicarló, por ejemplo, lleva un mes sin positivos y eso que unas semanas antes de Navidad el virus le atacó con contundencia, con más de una quincena de contagios. «Por fin respiramos algo más tranquilos. Ya somos un centro libre de covid, aunque seguimos manteniendo todas las medidas de precaución. No nos hemos relajado en absoluto», explican desde el geriátrico. Y en el conjunto de la Comunitat, la tendencia es la misma. En un mes ha bajado un 78,04% el número de brotes nuevos que se notifican en los geriátricos, y los casos de residentes notificados han pasado 1.288 durante la tercera semana de enero a los 472 de la segunda de este mes de febrero. «La vacuna nos está blindando. Tanto todos los usuarios como los trabajadores hemos recibido ya las dos dosis y en estos momentos tenemos cero casos», cuentan en otra residencia, esta vez en Benicàssim.

LAS CICATRICES QUE DEJA EL VIRUS

Aunque parece que lo peor ha pasado ya y prácticamente todas las residencias de la provincias se han blindado, la pandemia ha dejado en el sector unas heridas que tardarán muchos meses en cicatrizar. «El daño reputacional ha sido enorme y además es totalmente injusto, ya que la sociedad tiene que tener muy claro que nosotros no curamos, sino cuidamos», argumenta el presidente de Aerte.

Además de una mala reputación (los residentes suponen en Castellón el 30,40% de los fallecidos por covid, aunque en la primera ola llegaron a ser la mitad), la pandemia ha perjudicado, y no poco a un sector que mueve miles de euros y que está copado por empresas privadas. Los 218 usuarios que han fallecido en la provincia hubieran podido ocupar esas plazas durante años y muchas de las vacantes que han dejado todavía no se han llenado. «Económicamente, la crisis sanitaria ha tenido un impacto muy fuerte en el sector, y también en el ánimo de los profesionales», reconocen en todos los centros.

Pero la desventura de unos ha resultado ser una bonanza para otros y en la provincia la demanda de cuidadores a domicilio de personas dependientes se ha disparado, según constatan todas las empresas especializadas. Un auge, el de las cuidadoras domésticas, que seguramente explica los retrasos en la apertura de dos nuevos centros de mayores de gestión privada en Castellón. La inauguración de la residencia Orpea, en el Pau Lledó de la capital estaba prevista para el último trimestre de 2020, aunque ahora se aplaza a mitad de 2021. La de Vinaròs (gestionada por la empresa La Onada) también se atrasa unos meses.