La banca vive su propia revolución y la pandemia la está acelerando todavía más. El hundimiento de la economía por el covid y la digitalización de los clientes han dejado caduco un modelo basado en una oficina en cada calle. Desde el 2008, el sector ha cerrado en España el 49% de las sucursales y ha despedido al 37% de sus trabajadores. En Castellón ese ajuste ha sido todavía más duro. En los últimos doce años han desaparecido en la provincia 417 oficinas (el 60,9%) y casi la mitad de sus trabajadores. Y para este año los grandes del sector anuncian nuevos cambios: BBVA, por ejemplo, plantea recortar 3.000 empleos en todo el país, Banco Santander ha anunciado la salida de 4.000 empleados y la clausura de 1.000 locales y hay analistas que estiman que la fusión de Caixabank y Bankia supondrá el despido de 8.000 trabajadores.

Doce años después de que se iniciara la reconversión, la banca sigue metiendo la tijera a una red comercial presencial que cada vez está más diezmada. Solo en el último año, y según datos del Banco de España, en Castellón han cerrado otras 30 sucursales (se ha pasado de las 297 del 2019 a las 267 del 2020), lo que significa que cada quince días se cierra una oficina bancaria en la provincia. Un proceso que incluso se ha intensificado en el último año, coincidiendo con la pandemia. Un ejemplo. Mientras en 2019 las clausuras afectaron a 21 oficinas, el año pasado la cifra se elevó a 30. «Esto no ha acabado todavía y la impresión y los datos que tenemos es que este año llegan nuevos ajustes», apunta Javier Porcar, secretario general de la Federación de Servicios de CCOO en Castellón.

LAS MISMAS OFICINAS QUE EN 1977

En Castellón solo quedan 267 sucursales a pie de calle y se trata de la cifra más baja desde hace 44 años. Hay que remontarse hasta septiembre del 1977 para encontrar un número más bajo, cuando había 266. La diferencia es que hace cuatro décadas la provincia contaba con 424.650 habitantes y ahora tiene más de 570.000. Y otro apunte más. Desde el 2008, la banca ha clausurado en la provincia 417 oficinas, casi el doble de las que tiene ahora (267).

Esta cadena aparentemente infinita de cierres radica en la crisis financiera iniciada a finales del 2007, pero también en la reducción de los márgenes de las entidades por los bajos tipos de interés y, sobre todo, por la progresiva digitalización del sector financiero, que hace cada vez más prescindible la sucursal física para operaciones tan sencillas como sacar dinero o hacer una transferencia. Un fenómeno que, además, se ha acelerado con la llegada de la pandemia lo que, junto a las medidas restrictivas, ha supuesto un desplome de las visitas a los bancos.

TRABAJO PURAMENTE COMERCIAL

Lógicamente, a menos oficinas bancarias menos trabajadores. El sector da empleo en Castellón a apenas 1.600 profesionales (datos de principios del año pasado), mientras que en el ejercicio 2010 la plantilla era de 2.762. Y a nivel nacional ha ocurrido exactamente lo mismo: desde el 2008, las salidas de empleados se elevan a casi 100.000 empleados, y desde el pasado mes de noviembre los bancos han anunciado o tienen planes para destruir unos 15.000 empleos, con lo que la plantilla total de este sector quedaría por debajo de los 160.000 empleos.

A pesar de la abultada merma de trabajadores, la mayor parte de las bajas que se han dado en el sector no han sido traumáticas, ya que se han materializado por la vía de las prejubilaciones. En Castellón, el último ERE planteado por el Banco Santander se ha saldado con más personal voluntario para dejar la entidad que plazas ofertadas. «Incluso ha habido trabajadores de 48 ó 50 años, a los que todavía quedaba una larga trayectoria laboral, que han mostrado su disposición a salir del banco», explica Porcar, lo que demuestra que las condiciones de trabajo en el sector ya no son lo que eran. «Hace unas décadas, todo el mundo quería trabajar en banca porque se consideraba un buen empleo. Ahora las cosas han cambiado y se ha vuelto una actividad muy exigente, ya que el profesional se ha convertido en un comercial puro y duro. Hay que vender todo tipo de productos y la presión es alta», añade. Y todo eso por no hablar de que buena parte de los empleados aguantan como pueden el enfado de los clientes, que se quejan de las esperas y la degradación de los servicios en las oficinas bancarias.

Un AUTÓNOMO QUE LLEVA UN BANCO

Una parte importante de las sucursales que ha cerrado la banca en Castellón en los últimos años están situadas en municipios del interior y cada vez son más los pueblos que también se han vaciado de sucursales y cajeros. Y en el Castellón rural cobra cada vez más peso la fórmula de clausurar una oficina y convertirla en agencia. «El cliente, aparentemente, no nota nada, ya que la instalación es la misma y el producto también. La diferencia es que el trabajador ya no está en la nómina de la entidad bancaria, ya que se da de alta como autónomo», explica el secretario general de la Federación de Servicios e CCOO en Castellón.