La devoción en todo su esplendor protagonizó el Viernes Santo en Castelló al dejar atrás las cancelaciones por la pandemia y recuperar la esencia de los actos tras varios años de condicionantes.

El interior de la Concatedral de Santa María, con el cristo ERIK PRADAS

La festividad, de Interés Turístico, tomó el centro de la ciudad de mano de las hermandades con la procesión del Santo Entierro, el acto central de la jornada que sacó las imágenes a las calles entre un respetuoso silencio y una gran emoción, solo rota por los bombos y tambores o las saetas.

Los portadores del paso muestran su gran devoción al Cristo ERIK PRADAS

Bajada del Cristo Yacente

Previamente, la capilla de la Sangre acogía la solemne bajada del Cristo Yacente, con un enorme respeto y protocolo, para unir la imagen a los otros pasos. Como novedad, la cofradía incorporaba por primera vez en su historia a una mujer, Salvia Queral, portando el lecho procesional del Sant Sepulcre, tras recibir el testigo de manos de su padre, Vicent Queral.

La Sangre se sumó entonces al camino del resto de las cofradías hasta la Concatedral de Santa María. Una vez allí, partieron con todas las imágenes por las calles del casco histórico de la ciudad, llenas de fieles que esperaban el día grande de la Semana Santa en la capital de la Plana.

Mención también al regreso ayer del Vía Crucis de la Cofradía de la Sangre desde su capilla de la plaza María Agustina hasta la Basílica de Lledó después de tres años de espera. La liturgia recorrió las 14 estaciones del ejercicio espiritual y fue oficiado por el vicario David Barrios, con gran asistencia de los fieles.